XXIX CURSO DE MISIONOLOGIA (Verano 2011)

“ESCUCHAR AL MAESTRO, VIDA EN ABUNDANCIA”

Ese fue el tema del XXIX Curso de Misionología que se dictó en Obras Misionales Pontificas de Argentina, y del que participamos las novicias, del 24 de Enero al 12 de Febrero.

Éramos casi 60 misioneros, entre laicos, sacerdotes, seminaristas, religiosas y novicias Todos de diferentes partes de Latinoamérica: Venezuela, México, Paraguay, Rep. Dominicana, Chile, y Uruguay; y de diferentes Diócesis de nuestro país como: Jujuy, Formosa, Chaco, Comodoro Rivadavia, Mar del Plata, San Nicolás, Santa Fe, y del interior de la pcia de Buenos Aires. Una diversidad de lugares, culturas, que era la expresión de la riqueza de nuestra Iglesia, podíamos vivir la comunión de la fe, y de la vocación.

En los intervalos era el tiempo del compartir fraterno, conocernos, intercambiar experiencias, resonancias de las clases.  Fueron tres semanas intensas de estudio, reflexión y oración, semanas intensas, pero muy ricas en las que profundizamos en nuestro discipulado misionero a la luz de Aparecida, que nos invita a  configurarnos con el Maestro para ser testimonios creíbles de su amor, para que el anuncio del Evangelio sea  creíble.

Para esto diferentes profesores fueron iluminando nuestro caminar misionero, desde diferentes áreas.  De lunes a viernes, cursamos seis materias: “Discipulado y misión”, “Fundamentos de pastoral misionera”, “Dimensión misionera de la catequesis”, “Historia y panorama de la misión”, “Dimensión misionera de la liturgia y los sacramentos”, y  “Cristología para la misión”.

Bueno, pero no solo fue estudio, uno de los sábados tuvimos retiro, una manera de formar la conciencia que la misión es fruto de la oración y que es la fuente  de donde los misioneros cargamos “el tanque” para seguir andando. (En nosotras, las Carmelitas Misioneras, la oración es parte fundamental de nuestro carisma.)

Y como misioneros que somos, no podía faltar la experiencia misionera,  por eso, otro de los sábados, tuvimos que hacerla en el conurbano bonaerense, en Moreno, mas precisamente en la capilla “Jesús Buen Pastor”. Allí, no solo hicimos visitas a las familias, sino que además compartimos la Eucaristía con la comunidad,  el almuerzo y un momento cultural que el grupo de folklore del lugar había preparado para nosotros.

El sábado 12 fue la Eucaristía de clausura donde nos entregaron los certificados pero además se les hizo el envío misionero a quienes completaron los 3 ciclos  del curso.

Recogiendo un poco lo vivido en esas tres semanas, rescatamos varias cosas, entre ellas, la invitación a renovar la “alegría de ser discípulos misioneros”, el habernos encontrado con Cristo fuente de alegría  para nosotros y no para guardarla sino para  compartirla, darla a conocer, con nuestras palabras pero sobre todo con nuestra vida.

 Nuestro Papa Benedicto XVI nos decía que: El discípulo, fundamentado así en la roca de la Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a sus hermanos. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva (cf. Hch 4, 12). En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro. Esta es la tarea esencial de la evangelización, que incluye la opción preferencial por los pobres, la promoción humana integral y la auténtica liberación cristiana.

Por eso fue para nosotras un renovar el llamado al seguimiento de Jesús en el servicio a los mas pobres, pero bebiendo de la fuente de su Palabra, solo así podremos ser verdaderas discípulas, verdaderas Anunciadoras de su amor. Y es su Palabra, espejo en el que podemos mirarnos y preguntarnos cómo esta nuestro seguimiento, cómo va nuestro discipulado?

Que todos los bautizados podamos responder a su llamado y entregarnos a la misión de cada día con generosidad.

Gaby y Vero (Novicias CM)