El Papa Benedicto XVI recomendó a los fieles “redescubrir ese pequeño-gran tesoro” de la autobiografía de santa Teresita del Niño Jesús, Historia de un alma.
El Pontífice dedicó su catequesis en la audiencia general del pasado miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, a presentar la vida y enseñanzas de esta joven santa francesa, a la que Juan Pablo II proclamó Doctora de la Iglesia en 1997.
El papa polaco la definió como “experta de la scientia amoris", una afirmación sobre la que profundizó Benedicto XVI.
La “pequeña Teresa”, afirmó, “no ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, los pequeños, los pobres, los que sufren, y que le rezan, pero también ha iluminado toda la Iglesia, con su profunda doctrina espiritual”.
La “ciencia del amor”, Teresa “la expresa principalmente en el relato de su vida, publicado un año después de su muerte bajo el título de Historia de un alma”, afirmó el Papa, invitando a todos a “redescubrir este pequeño-gran tesoro, ¡este luminoso comentario del Evangelio plenamente vivido!”.
Historia de un alma, prosiguió, “¡es un maravillosa historia de Amor, relatada con tal autenticidad, sencillez y frescura que el lector no puede sino quedar fascinado!”.
El Papa narró los principales hechos de la vida de la santa, desde su nacimiento en Alençon (1873), pasando por su temprana orfandad de madre, su experiencia de las gracias divinas, su entrada en el Carmelo y su muerte, con sólo 24 años de edad (1897).
Por los ateos
Para Teresa, explicó, ser religiosa “significa ser esposa de Jesús y madre de las almas”.
La última etapa de su vida estuvo marcada por la enfermedad y por la experiencia de la prueba espiritual. Ella “tiene la conciencia de vivir esta gran prueba para la salvación de todos los ateos del mundo moderno, llamados por ella 'hermanos'”, afirmó.
“También nosotros con santa Teresa del Niño Jesús, debemos poder repetir cada día al Señor, que queremos vivir de amor a Él y a los demás, aprender en la escuela de los santos a amar de una forma auténtica y total”, afirmó.
Teresa “es uno de los 'pequeños' del Evangelio que se dejan llevar por Dios en la profundidad de su Misterio”.
En particular, la propuso como guía “para los que, en el Pueblo de Dios, desarrollan el ministerio de teólogos”, pues “con la humildad y la caridad, la fe y la esperanza, Teresa entra continuamente en el corazón de las Sagradas Escrituras que contiene el Misterio de Cristo. Y esta lectura de la Biblia, nutrida por la ciencia del amor, no se opone a la ciencia académica”.
“La ciencia de los santos, de hecho, de la que ella habla en la última página de Historia de un alma, es la ciencia más alta”, añadió.
Otro de los rasgos de la santa es su confianza total en Jesús: “Sí lo siento, incluso si tuviese sobre la conciencia todos los pecados que se pueden cometer, iría con el corazón destrozado por el arrepentimiento, a lanzarme en los brazos de Jesús, porque sé cuanto ama al hijo pródigo que vuelve a Él”, escribía Teresita.
Así “Teresa nos indica a todos nosotros que la vida cristiana consiste en vivir plenamente la gracia del Bautismo en el don total de sí al Amor del Padre, para vivir como Cristo, en el fuego del Espíritu Santo, Su mismo amor por los demás”, concluyó.
El Pontífice dedicó su catequesis en la audiencia general del pasado miércoles, celebrada en la Plaza de San Pedro, a presentar la vida y enseñanzas de esta joven santa francesa, a la que Juan Pablo II proclamó Doctora de la Iglesia en 1997.
El papa polaco la definió como “experta de la scientia amoris", una afirmación sobre la que profundizó Benedicto XVI.
La “pequeña Teresa”, afirmó, “no ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, los pequeños, los pobres, los que sufren, y que le rezan, pero también ha iluminado toda la Iglesia, con su profunda doctrina espiritual”.
La “ciencia del amor”, Teresa “la expresa principalmente en el relato de su vida, publicado un año después de su muerte bajo el título de Historia de un alma”, afirmó el Papa, invitando a todos a “redescubrir este pequeño-gran tesoro, ¡este luminoso comentario del Evangelio plenamente vivido!”.
Historia de un alma, prosiguió, “¡es un maravillosa historia de Amor, relatada con tal autenticidad, sencillez y frescura que el lector no puede sino quedar fascinado!”.
El Papa narró los principales hechos de la vida de la santa, desde su nacimiento en Alençon (1873), pasando por su temprana orfandad de madre, su experiencia de las gracias divinas, su entrada en el Carmelo y su muerte, con sólo 24 años de edad (1897).
Por los ateos
Para Teresa, explicó, ser religiosa “significa ser esposa de Jesús y madre de las almas”.
La última etapa de su vida estuvo marcada por la enfermedad y por la experiencia de la prueba espiritual. Ella “tiene la conciencia de vivir esta gran prueba para la salvación de todos los ateos del mundo moderno, llamados por ella 'hermanos'”, afirmó.
“También nosotros con santa Teresa del Niño Jesús, debemos poder repetir cada día al Señor, que queremos vivir de amor a Él y a los demás, aprender en la escuela de los santos a amar de una forma auténtica y total”, afirmó.
Teresa “es uno de los 'pequeños' del Evangelio que se dejan llevar por Dios en la profundidad de su Misterio”.
En particular, la propuso como guía “para los que, en el Pueblo de Dios, desarrollan el ministerio de teólogos”, pues “con la humildad y la caridad, la fe y la esperanza, Teresa entra continuamente en el corazón de las Sagradas Escrituras que contiene el Misterio de Cristo. Y esta lectura de la Biblia, nutrida por la ciencia del amor, no se opone a la ciencia académica”.
“La ciencia de los santos, de hecho, de la que ella habla en la última página de Historia de un alma, es la ciencia más alta”, añadió.
Otro de los rasgos de la santa es su confianza total en Jesús: “Sí lo siento, incluso si tuviese sobre la conciencia todos los pecados que se pueden cometer, iría con el corazón destrozado por el arrepentimiento, a lanzarme en los brazos de Jesús, porque sé cuanto ama al hijo pródigo que vuelve a Él”, escribía Teresita.
Así “Teresa nos indica a todos nosotros que la vida cristiana consiste en vivir plenamente la gracia del Bautismo en el don total de sí al Amor del Padre, para vivir como Cristo, en el fuego del Espíritu Santo, Su mismo amor por los demás”, concluyó.
(Fuente: http://www.zenit.org/)
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