martes, 19 de abril de 2011

MARTES SANTO 2011

La liturgia de hoy anima a ver en Jesús al siervo de Yahvé llamado desde el seno materno para hablar en nombre de  Dios. Su palabra es como espada penetrante que discrimina los corazones. Dios está con Él, le protege, aunque la dureza de su misión le obligue a lamentarse del silencio de Dios. El es su recompensa.
En el Evangelio Jesús también predice,  más o menos veladamente, acontecimientos relacionados con su partida al mismo tiempo, dolorosa y triunfal y así la declara inaugurada expresamente (v.31 ss) La desorientación de los oyentes subraya lo inesperado, humanamente hablando, a pesar de la creciente oposición de los judíos, del acontecimiento culminante. Todo apunta a la planificación divina del suceso. Jesús va a la Pasión como señor de los acontecimientos. Es el camino de la gloria, del “regreso” a la Gloria, exactamente. Ni el plan de Judas, el hijo de las tinieblas, de entregarlo, ni el de Pedro, dispuesto a dar la vida como futuro buen Pastor, de liberarlo, influyen o pueden influir en los acontecimientos.

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