“La vida en el hogar se hace mas llevadera y eficaz por la presencia de las hermanas Carmelitas Misioneras que comparten sus vidas con los abuelos que residen en el mismo”.
Estas son palabras de Elda, una mujer que ha trabajado muchos años en el hogar y que al preguntarle qué nos podía decir respecto al hogar y a la presencia de las hermanas dijo lo siguiente:
“En un tiempo muy lejano llegaron al Hogar San Vicente de Paul las Hermanas Carmelitas Misionera, que con entrega y esmero, amor, humanidad y gran humildad, convirtieron al hogar en un lugar donde los abuelos viven sus últimos días con plena confianza, bienestar y especialmente mucho cariño.
Las Hermanas trabajan sin horarios ni descanso, en la tan sublime tarea de estar siempre atentas a las necesidades de los abuelos. Ellas no reclaman ni piden nada, de sus labios no salen quejas, solamente rezos por todos y para todos, dando gracias a Dios por su misión aquí, están cuando se las necesita, dando respuestas y buscando el bien común para todos.
Le doy gracias a Dios por cada una de ellas, por su presencia siempre activa en el trabajo que les corresponda hacer, sin su presencia el hogar no sería lo que es, un lugar de verdadero sentido familiar, de responsabilidad y cuidado de los más necesitados. Con sus atenciones y ternura realizan esta tarea tan abnegada ante los ojos de Dios.
Que nuestra Madre del Cielo, la Virgen del Carmen las cubra con su manto siempre y les conceda Dios la fortaleza y bondad generosa que las distingue, para poder continuar esta hermosa tarea que les encomienda.
Sólo me queda decirles GRACIAS por tanto amor recibido y por tanta entrega”.
(Buenos Aires, Bragado 19 de junio de 2011)
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