domingo, 31 de julio de 2011

Comentario a la Intención Misionera de agosto 2011


"Para qué los cristianos de Occidente, dóciles a la acción del Espíritu Santo, encuentren la frescura y el entusiasmo de su fe"

En la Iglesia primitiva, a causa de la persecución y del celo evangélico de los primeros discípulos, los apóstoles y sus colaboradores se extendieron por toda la tierra entonces conocida. San Pablo evangelizó Grecia y llegó a España y Roma, donde fue martirizado. Incluso San Pedro dio su vida por el Maestro, cerca de la colina del Vaticano. Desde la capital del Imperio Romano, la fe de Cristo se extendió por toda Europa, influyendo en la cultura y impregnando de Evangelio todos los aspectos de la vida social. La civilización occidental se basa en los valores cristianos, en una visión del hombre marcado por su condición de Hijo de Dios, de su destino eterno en Cristo.
La evangelización de los nuevos contenidos extendidos por todo el mundo, una cultura que tiene sus raíces en el Evangelio y es inseparable de la fe. Por desgracia, en el siglo XVIII empezó con la Ilustración en Europa, una ola de laicismo, que pretendía despojar de su identidad cristiana todo el Occidente. Esta ola de secularismo está llegando a la cristianofobia, según lo declarado por el Papa Benedicto XVI. La laicidad tiene el efecto de llevar al hombre a vivir como si Dios no existiera. Esto ha producido una gran falta de esperanza, que se manifiesta en una cierta angustia existencial por el futuro, en la disminución de la tasa de natalidad, el número de vocaciones, y una incapacidad por parte de los jóvenes para tomar en definitiva decisiones para sus vidas, incluyendo el matrimonio.
Durante su visita a Santiago de Compostela, en noviembre de 2010, el Santo Padre Benedicto XVI dijo: "Es una tragedia que en Europa, especialmente en el siglo XIX, se confirme y difunda la convicción de que Dios es el enemigo del hombre y el enemigo de su libertad. (...) Dios es la fuente de nuestro ser y la base y la cumbre de nuestra libertad, no su adversario. (...) ¿Cómo es posible que se haya hecho un silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana?" (Misa del Año Santo Compostelano, Plaza del Congreso, 6 de noviembre de 2010).
Los discípulos de Cristo en Occidente en realidad debe recuperar el entusiasmo por la fe, superando el materialismo del consumo y abriéndose a una dimensión trascendente de la vida. Es necesario descubrir de nuevo la persona de Cristo como alguien que está vivo, que está en medio de nosotros. Es necesario encontrar un nuevo espacio para el silencio y la meditación de la Palabra de Dios, para entrar en comunión con la persona de Jesús . Por esto el Papa ha hecho un llamamiento a los cristianos para "seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y ofrecer un testimonio claro y valiente de su Evangelio".
María, Reina de los Apóstoles, nos obtenga con su intercesión materna de una nueva efusión del Espíritu Santo para renovar la Iglesia en Occidente.

(Fuente: Agencia Fides)

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