EN LA FORMACIÓN ACADÉMICA
Cuando Edith Stein comienza sus estudios universitarios en Breslau lo hace buscando respuestas, más que una carrera, estudia Germanística e Historia y resulta ser la única alumna mujer (algo poco común en el tiempo) recordemos que está en una etapa de ateísmo. Entre las materias que estudia se inclina por la psicología (ciencia relativamente joven). Buscaba en ella la repuesta a una pregunta que le preocupaba con intensidad creciente: “¿Qué es el hombre? ¿En qué se fundamenta la dignidad de su persona? Pero en lugar de la esperada información se encontró con una psicología que desterraba el alma, el espíritu y el sentido de la vida. Edith se sintió profundamente defraudada y muy pronto la abandonó.
En 1913 cambia de universidad (Gotinga) al encontrar la fenomenología de Husserl, gracias a su libro “Investigaciones lógicas”, con esta ciencia comenzará a dar respuestas a sus inquietudes y búsquedas. Se topa con compañeros convertidos al cristianismo, entre ellos Max Scheler (filósofo judío, convertido al catolicismo), se siente fascinada por su personalidad, él le hace comprender que se puede ser judío, científico y católico.
“Fue, efectivamente, mi primer contacto con este mundo,
completamente desconocido hasta ese entonces. No me
condujo todavía a la fe, pero me abrió a una esfera de
fenómenos ante los cuales ya nunca podía pasar ciega”
Efectivamente, en este ambiente ella verá una puerta abierta a un mundo que le es desconocido: la fe y la religión. Busca un por qué a la vida, a la muerte. Años más tarde, ya carmelita, aludiendo a esa experiencia, la resumirá así: “Quien busca la verdad, sea consciente o inconsciente de ello, busca a Dios”
Lo cierto fue que, casi sin notarlo, empezó a transformarse poco a poco. Su búsqueda comenzó a orientarse más allá de la filosofía, deseando “algo” que diera respuesta válida a sus más profundos interrogantes.
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