La fiesta de hoy recuerda y propone a la meditación común algunos componentes fundamentales de nuestra fe cristiana. En el centro de la liturgia están sobre todo los grandes temas de la Comunión de los Santos, del destino universal de la salvación, de la fuete de toda santidad que es Dios mismo, de la esperanza cierta en la futura e indestructible unión con el Señor, etc. Pero la clave de la fiesta que hoy celebramos “es la alegría”, se trata de una alegría genuina, como la de quien se encuentra en una gran familia donde sabe que hunde sus propias raíces…
Esta gran familia es la de los santos: los del cielo y los de la tierra.
Muchos santos de toda edad y condición, han sido reconocidos por la Iglesia como tales, y cada año los recordamos en algún día preciso y los tomamos como intercesores para tantas ayudas como necesitamos. Pero hoy festejamos, y pedimos su ayuda, a esa multitud incontable que alcanzó el cielo después de pasar por este mundo sembrando amor y alegría, sin apenas darse cuenta de ello; recordamos a aquellos que, mientras estuvieron con nosotros, hicieron, quizá, un trabajo similar al nuestro: oficinistas, labriegos, comerciantes, secretarias, maestras, etc. Seres que alcanzaron la eternidad a pesar de las dificultades y pruebas de la vida.
Nosotros somos la Iglesia peregrina que se dirige al cielo; y, mientras caminamos, hemos de reunir un tesoro de buenas obras con el que un día nos presentaremos ante Dios.
Celebremos juntos la dicha de tener hermanos y hermanas que nos han precedido en el cielo y que ahora interceden por nosotros.
Hoy también, en Argentina, tenemos la Jornada Nacional de Oración por la Santificación del pueblo Argentino. Oramos por los proceso de nuestros hermanos siervos, venerables y beatos. Recordemos qu nuestra Patria tiene un sólo santo en los altares, se trata de San Héctor Valdivieso Saez, mártir y religioso, cuya fiesta litúrgoca celebramos cada 9 de Octubre.
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