El evangelio
de Marcos nos muestra cómo Jesús entra en la vida de las personas,
se hace uno de ellos en su cotidianidad. El domingo pasado, lo vimos sanando a
un endemoniado. Hoy, lo acompañamos con Simón y Andrés a la casa de Pedro. La
casa, el lugar íntimo donde se comparte el techo, la mesa. Allí se encuentra
con una anciana enferma, la suegra de Pedro, Jesús se acerca, la toma de la
mano y la levanta. Un gesto tan simple como es el acercarse, y tomar de la mano
hace el milagro de recuperar a esta mujer, que no sólo recupera su salud, sino
su capacidad de servicio. Al atardecer muchos vinieron a buscarlos, y relata el
evangelista que Jesús continuó sanando. Era común en la época de Jesús que los
enfermos fueran tenidos por malditos o poseídos por espíritus malos, de manera
que eran alejados, excluidos y nadie se atrevía a acercarse a ellos. Jesús, al
contrario, se entrega con amor y dedicación a su cuidado, siendo su servidor.
El primer capítulo de Marcos describe la evolución
espiritual y apostólica de Jesús a lo largo de las primeras semanas de su
ministerio. En primer lugar se fue a Judea y al desierto para hacerse discípulo
del Bautista (Mc. 1, 9-13). Parece ser que se quedó durante algún tiempo en la escuela
de Juan y que no se fue de su lado hasta que le detuvieron (Mc. 1, 14). Aquí es
donde se produce un cambio importante en su vida: Jesús se niega a ser, como su
maestro, un rabino a quien acuden los discípulos (Mc. 1, 5); será más bien un
rabino ambulante que va al encuentro de las multitudes y de las más miserables
de entre ellas: las de Galilea. Jesús se dirige, efectivamente, a Galilea y
rompe sus primeras armas en su misma ciudad, Cafarnaún (Mc. 1, 21).
Parece ser que el éxito está asegurado: continuamente le
están llevando enfermos y toda la ciudad pone cerco a su puerta (Mc. 1, 33).
Pero Jesús rechaza este éxito tan ambiguo (cf. Mc. 1, 34b) y adopta otra
decisión: se irá de la ciudad (v. 38) y recorrerá los pueblos vecinos. El ideal
misionero es, pues, el fermento de la vida de este joven rabino y el criterio
con que juzga y replantea su actividad.
Jesús toma esta decisión que modifica su género de vida en
aras de la voluntad de su Padre, y al contacto prolongado con la oración se
despierta su conciencia de rabino (v. 35).
Marcos es el único que subraya la preocupación de Jesús por
educar ya a sus discípulos en este estilo de vida misionera ("vámonos a
otra parte...": v. 38), fijándoles así una actividad que pocos rabinos de
su época fijaban a sus discípulos.
Para la
revisión de vida
¿Cómo me afectan los momentos bajos de la vida, los momentos de cansancio, de depresión, cuando el tiempo se hace largo y uno echa en falta el entusiasmo del vivir?
¿En qué momentos de mi vida la imagen lejana que tenía de Dios se ha tornado más cercana y presente en la vida?
¿Cómo he alimentado en mí la verdadera libertad de los hijos de Dios?
¿Me acerco a las personas valorando su condición o juzgo y rechazo a quienes son diferentes a mí?
¿Cómo me afectan los momentos bajos de la vida, los momentos de cansancio, de depresión, cuando el tiempo se hace largo y uno echa en falta el entusiasmo del vivir?
¿En qué momentos de mi vida la imagen lejana que tenía de Dios se ha tornado más cercana y presente en la vida?
¿Cómo he alimentado en mí la verdadera libertad de los hijos de Dios?
¿Me acerco a las personas valorando su condición o juzgo y rechazo a quienes son diferentes a mí?
(Fuente: lecturadeldia.com)
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