“El misionero ha de
ser un contemplativo en la acción. El halla respuesta a los problemas a la luz
de la Palabra de Dios y con la oración personal y comunitaria…El misionero, si
no es contemplativo no puede anunciar a Cristo de modo creíble. El misionero es
un testigo de la experiencia de Dios y debe poder decir como los apóstoles: “Lo
que contemplamos… acerca de la Palabra de Vida…, se los anunciamos” (1
Jn 1, 1-3)
(Fuente: “Redemtoris Missio” n° 91)
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