“El misionero está convencido de
que existe ya en las personas y en los pueblos, por acción del Espíritu, una
espera, aunque sea sea inconciente, por conocer la verdad sobre Dios, sobre el
hombre, sobre el camino que lleva a la liberación del pecado y de la muerte. El
entusiasmo por anunciar a Cristo deriva de la convicción de responder a esta
esperanza” ( Redemptoris Missio, 45)
El entusiasmo por predicar a
Jesús se fundamenta en esta convicción. Tenemos lo que la gente necesita. El
misionero puede presentar su anuncio con gozo porque sabe que no está hablando
de algo
inútil, sino de lo más necesario para vivir bien. No está presentando
un mensaje completamente oscuro, sino algo que en lo más profundo del corazón,
cualquiera puede comprender. No es algo que no responde a las inquietudes
profundas de la gente, sino por el contrario la mejor respuesta. Esta
anunciando precisamente lo que no puede engañar, el mensaje que no puede
manipular ni desilusionar, porque es la respuesta que cae en lo profundo del
ser humano y que puede sostenerlo y elevarlo.
(Fuente: "Quince motivaciones para ser misioneros" V. M Fernández)
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