jueves, 13 de diciembre de 2012

Las 3 venidas de Jesús


En este sentido, San Bernardo en su Sermón 5 en el Adviento del Señor —propuesto en el Oficio de Lectura para el miércoles de la primera semana de Adviento1— habla de las tres venidas de Cristo:
• «En la primera Dios se manifestó en la tierra y convivió con los hombres»; en ella «vino en carne y debilidad» y por ella «fue nuestra redención»; no hay que olvidar que ya, por Cristo, estamos salvados.
• «En la última, todos verán la salvación de Dios y mirarán al que traspasaron» […] «en gloria y majestad» y, en ella, Cristo «aparecerá como nuestra vida».
• «La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos, y así sus almas se salvan». En esta venida el Señor viene «en espíritu y poder», donde
se nos presenta como «nuestro descanso y nuestro consuelo».
Si bien, la primera es la que rememoramos en la Navidad y la última es la que esperamos en la Consumación final, la venida intermedia es la que expresa la venida constante de Jesús, que se traduce en la tensión entre la alegría de la primera y la esperanza de la última. Esta venida intermedia es la que es objeto de atención especial en todos los Advientos.
Si sólo hiciésemos memoria de la primera, no pasaría de ser un mero recuerdo; si sólo esperásemos la tercera, tan sólo sería futurología. En cambio, la segunda venida es expresión de que el Señor no se ha ido. Él no tiene que volver, sino que viene continuamente a nuestro encuentro. Esto es la señal auténtica de la experiencia de fe. No son ideas ni recuerdos, sino experiencia viva en nuestra carne de un encuentro. Por eso es importante que nos detengamos en ella y que sepamos dar razón, ahora y aquí, de nuestra esperanza (cf. 1 Pe 3, 15).
Para intentar profundizar en esta venida intermedia debemos detenernos en tres aspectos:
• En primer lugar deberemos auscultar dónde se da Dios, cuáles son sus loci o topoi —como dirían los clásicos— ¿cuáles son sus lugares? ¿En dónde acampa? Para ello miremos los lugares de la primera venida; los lugares donde vivió Jesús, en los que se encontró con la gente, tratando de descifrar qué significado pueden tener para nosotros.
• En segundo lugar, después de ver y recordar los lugares dónde Dios se dio, debemos mirar y escuchar cómo Dios se sigue encontrando con nosotros tratando de responder a la pregunta ¿qué entendemos por experiencia de Dios? ¿Cómo identificarla y tomar conciencia de ella?
• Por último, tratemos de sugerir algunos ámbitos para comunicar tal experiencia de salvación. Cómo renovar nuestro encuentro con Dios y cómo ser testigos de ello.


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