Está bien mirar tu vida con tus
ojos, pero está mejor mirarla con los ojos de Jesús. Como una cascada que
inunda la tierra de humedad, deja que la misericordia de Jesús caiga sobre ti.
Dios es misericordia entrañable
para ti y para todos. Te lo dice en su Hijo en quien te entrega todo lo que es.
Abre tu corazón para recibir tanta misericordia. Tus heridas la están
esperando.
Recuerda la Mirada de Jesús
cuando encontraba las gentes en los caminos. Reconocía la dignidad escondida e
invitaba a levantarse a los caídos. Escuchaba las voces reprimidas de quienes
se habían escondido por el miedo. Invitaba a los entristecidos por la
injusticia a la alegría de dejarse amar por el Abbá.
No desconfíes de la misericordia
de Dios. Es lo mejor que puedes darle a tu vida. Tu vida, tal como es, puede
reflejar la belleza de la misericordia de Dios. Une tu voz a la de tantos que
han cantado las misericordias del Señor.
(Fuente: “Revista Orar”)
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