“Preguntémonos: ¿estoy
abierto a la acción del Espíritu Santo, le rezo para que me dé luz y me haga
más sensible a las cosas de Dios? Es una oración que tenemos que rezar todos
los días: “Espíritu Santo, haz que mi corazón esté abierto a la Palabra de
Dios, que mi corazón esté abierto al bien, a la belleza de Dios todos los
días”. Quiero preguntarles algo: ¿Cuantos de ustedes rezan todos los días al
Espíritu Santo?”
“Serán pocos pero
tenemos que cumplir este deseo de Jesús y rezar todos los días al Espíritu
Santo para que abra nuestro corazón”.
La recepción de las
palabras y las verdades de fe, para que se conviertan en vida, “se realiza y
crece bajo la acción del Espíritu Santo. En este sentido, debemos aprender de
María, reviviendo su "sí", su disponibilidad total para recibir al
Hijo de Dios en su vida, que desde ese momento se ha transformado. A través del
Espíritu Santo, el Padre y el Hijo toman morada en nosotros, vivimos en Dios y
de Dios”.
“Tenemos que dejarnos
inundar de la luz del Espíritu Santo, para que Él nos introduzca en la verdad
de Dios, que es el único Señor de nuestra vida. En este Año de la Fe
preguntémonos si hemos dado algunos pasos concretos para llegar a conocer más a
Cristo y las verdades de la fe. Pero al mismo tiempo preguntémonos qué pasos
estamos dando para que la fe oriente toda nuestra existencia. ¡No se es
cristiano "a tiempo determinado", en algunos momentos, en algunas
circunstancias, en algunas opciones, se es cristiano en todos los tiempos! La
verdad de Cristo, que el Espíritu Santo nos enseña y nos da, interesa para
siempre y totalmente nuestra vida diaria.
"Invoquémoslo más
a menudo”. “Les hago una propuesta: Invoquemos todos los días al Espíritu Santo
de modo que nos acerque a Jesucristo”
(Fuente: audiencia del Miércoles 15/5, vatican.va)
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