“Había dado un concierto extraordinario el genial violinista Sarasate. Salió a la calle aclamado, y allí había un hombre tocando su violín. El maestro se lo pidió. Lo tocó magistralmente y después pasó el sombrero y recogió mucho dinero que entregó al violinista callejero. Pero este lloró silenciosamente, y al preguntarle que por qué lloraba, si había recogido tanto dinero, el músico ambulante respondió que estaba emocionado porque había arrancado a su viejo violín unas notas que él nunca habría podido ni soñar.”
Para Reflexionar:
Esta hermosa anécdota nos recuerda que Dios puede sacar aún melodías divinas de nuestro viejo y destartalado violín.
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