Felices quienes ven en Jesús crucificado un ejemplo, una
pasión, un compromiso, un desafío.
Felices quienes en la cruz descubren un camino, una
búsqueda, un encuentro.
Felices quienes saben que el sacrificio personal es el
sendero ineludible hacia la plenitud de su existencia.
Felices quienes han sido deslumbrados por la vida de Jesús y
han decidido seguirle, cueste lo que cueste.
Felices quienes ayudan a quienes caen, quienes no les
preguntan y les ayudan a levantarse.
Felices quienes acarician y secan el sudor y el dolor de los
demás en el camino de su existencia.
Felices a quienes se les quedan marcadas en sus corazones
las llagas, los rostros, las palabras, las estrellas de los crucificados.
Felices quienes denuncian las cruces de los demás, les
ayudan a cargarlas cuando son inevitables y les ayudan a liberarse de la
inhumanidad que conllevan.
(Fuente: "Bienaventuramzas de la vida" Miguel Ángel Mesa)
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