viernes, 13 de febrero de 2015

El poder curativo del “Tacto”


Esta semana hemos seguido el evangelio mostrando a Jesús que cura a varias personas y para ello se ayuda del “tacto”: toca, pone su saliva, etc.

Jesús fue capaz de devolver a los enfermos el cariño y afecto que la cultura de su momento les negaba, porque creían que los enfermos estaban contaminados y era indigno tocarlos…

¿Es cierto que con el sólo toque estamos activando algo en las personas que reciben ese toque? Sí, la medicina nos habla de la OXITOCINA, y de su importancia. Hoy por ejemplo sabemos que los niños pequeños necesitan de esta hormona, el contacto cargado de ternura que les brinda su madre,  estímulo tan importante como el alimento.


Según un estudio realizado por la American Journal of Psychiatry, las caricias son incluso más poderosas que las hierbas o la relajación, propiciando la liberación de la hormona OXITOCINA, que
induce al cuerpo a la relajación y a sentirnos plenos alejando así la tristeza y la depresión. Es más, no sería extraño que fuera esa una de las razones por las que tanto nos gustan los animales domésticos, ya que ellos nos dan continuamente su afecto por medio del tacto de forma incondicional.

 A veces para animar a un amigo o darle coraje para seguir adelante vale más un abrazo que montones de razones lógicas. (Ivan Sanz)


Abrázame
Abrázame
cuando este triste y mis ojos me delaten con el llanto
cuando la alegría me invada por completo.
 Abrázame a tus sueños mientras duermes;
abrázame a tus metas mientras vives,
en todo momento solo quiero sentirme tuya,
 así que abrázame.
 Como bienvenida, o como despedida
pero solo abrázame;
sin que te lo pida, solo mírame a los ojos y sabrás
que lo único que quiero es que me abraces.
 Cuando discutamos,
y quieras alejarte de mi para siempre,
regresa y abrázame muy fuerte
para que te des cuenta
que así debemos estar hoy y siempre.
 Porque lo mejor que me puede suceder,
es sentir el calor de tus brazos
alrededor de mi cuerpo;
y oir el palpitar de tu pecho al acercarme a ti.
 Así que, solo abrázame y guarda silencio,
por un instante deja que nuestros ojos
hablen al cruzarse en una mirada,
donde te pida a gritos que me abraces.
 Pase lo que pase,
espero nunca dejar de contar con tus brazos,
porque en todo momento solo necesito...
que me abraces.

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