El Carmelo Misionero
en todo el mundo recuerda hoy a nuestras queridas Hnas beatas mártires del XX
español. Su vida, junto a la de miles de testigos de la fe, es testimonio de
fidelidad a Aquél que hace nuevas las cosas.
Las hnas Refugio,Gabriela, Daniela y Esperanza son 4 destellos de luz que la Iglesia española
recuerda junto a centenares de cristianos de los años 30 que pagaron con su
vida la lealtad a Jesucristo. Recordemos unas palabras del Papa Francisco y de
Benedicto XVI, nuestro Papa emérito:
Francisco, en la homilía del 11 de mayo 2015. Sta Marta: El Papa Francisco recordó la importancia del
testimonio de los mártires cristianos en la actualidad, y alentó a todos los
fieles a vivir “el pequeño martirio” también en las cosas simples de cada día. “Un cristiano que no toma
seriamente esta
dimensión ‘martirial’ de la vida no ha entendido aún el camino que Jesús nos ha
enseñado: camino ‘martirial’ de cada día; camino ‘martirial’ en el defender los
derechos de las personas; camino ‘martirial’ en el defender a los hijos: papás,
mamás, que defienden su familia; camino ‘martirial’ de tantos, tantos enfermos
que sufren por amor de Jesús. Todos nosotros tenemos la posibilidad de llevar
adelante esta fecundidad pascual por este camino ‘martirial’, sin
escandalizarnos”.
Benedicto XVI, Ángelus en la fiesta de San Esteban 26‑12‑2005:
«Sobre el pesebre de Belén se cierne ya
la sombra de la cruz. La anuncian la pobreza del establo donde el Niño da
vagidos, la profecía de Simeón sobre el signo de contradicción y sobre la
espada destinada a traspasar el alma de la Virgen, y la persecución de Herodes,
que hará necesaria la huida a Egipto. No debe asombrar que un día este Niño, ya
adulto, pida a sus discípulos que lo sigan por el camino de la cruz con total
confianza y fidelidad.
Atraídos por su
ejemplo y sostenidos por su amor, muchos cristianos, ya en los orígenes de la
Iglesia, testimoniaron su fe con el derramamiento de su sangre. Tras los
primeros mártires han seguido otros a lo largo de los siglos hasta nuestros
días.
¡Cómo
no reconocer que también en nuestro tiempo, en varias partes del mundo,
profesar la fe cristiana exige el heroísmo de los mártires! ¡Cómo no decir,
además, que por doquier, incluso donde no hay persecución, para vivir con
coherencia el Evangelio hace falta pagar un alto precio!».
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