Queridos hermanos:
“María se puso en camino y fue a prisa a la montaña”. El
Adviento y la Navidad ya próxima, es fundamentalmente “salida”. El Hijo que
sale de estar con la Santísima Trinidad para estar con nosotros, para
introducirse en la historia: “Cuando Cristo entró en el mundo”, nos dice la
segunda lectura de hoy de la carta a los
Hebreos. María que se pone en camino para servir a su prima Isabel. El Papa
Francisco no deja de hablar de una “Iglesia en salida”. Salir, parece ser la
dinámica que nos presenta Lucas, después de decir: “Hágase, aquí está la
esclava del Señor, del Sí de María” o del “Aquí estoy, para hacer tu voluntad”
(Hebreos), no queda otra posibilidad que “dar a luz”, hacer nacer, poner en
marcha la Encarnación. Eso es lo que celebramos estos días.
Esta disponibilidad, hace que el hombre esté siempre a la
expectativa (Adviento) y alerta a la llegada de Dios. Esta llegada no consiste
en algo milagroso o sensacional en un día del año, sino que se manifiesta a
través de los acontecimientos de la misma vida humana, podríamos decir que
Adviento y Navidad son todos los días del año. La pobreza de corazón,
característica de María, la primera creyente, es la disponibilidad total de
nuestro ser al Dios que salva y que obra en la historia concreta de los
hombres. Es el Sí del hombre, el Sí de María, al Sí de Dios.
El encuentro de María con Isabel, pone al descubierto los
planes de Dios que se ha fijado en lo humilde y débil para llevar adelante la
salvación. Isabel, ya mayor y estéril, pero llena de ilusión por
el hijo que
espera como un don de Dios, y María, una desconocida joven de Nazaret pero
“¡Bendita entre las mujeres!”. Y es que Dios se complace en lo humilde y
sencillo. En la primera lectura de Miqueas nos dice que el Mesías nacerá en
“Belén, pequeña entre las aldeas de Judá”, no en Jerusalén la gran ciudad.
Nacerá en las afueras, no en el centro urbano, en un pesebre, no en un templo o
en un palacio. Algo nos querrá decir todo esto.
El saludo de Isabel se prolonga en la bienaventuranza:
“Dichosa tú, que has creído”. La dicha plena, la felicidad, la encuentra María
en haber creído a Dios. “Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”, se
cumplió ya en el nacimiento de Jesús. María es el punto de unión entre las
promesas de Dios y su cumplimiento. Toda la esperanza trasmitida por los
profetas, se cumple en Belén y en el seno de María. Ahora nos toca a nosotros,
no es una tarea para los poderosos, famosos o ricos, la humilde muchacha de
Nazaret nos lo recuerda en el Magníficat, Él cuenta con los que no tienen más
que fe y esperanza.
En esta dinámica, y si decimos, que lo que se dice de María
se puede decir de la Iglesia, nos recuerda el Papa Francisco: “Todos estamos
llamados a esta nueva “salida” misionera. Cada cristiano y cada comunidad
discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a
aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas
las periferias que necesitan la luz del Evangelio”, “María es nuestra Señora de
la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los demás sin demora.
Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los demás,
es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización “(Evagelii Gaudium).
El Señor llega, viene, el hombre camina, sale. O Cristo nace
dentro de nosotros y de la comunidad, comunidad que se hace Cristo y eso lo
comunicamos con humildad y ternura a todos los hombres, o no habremos entendido
nada de lo que significa celebrar la Navidad. Él viene a visitar a su pueblo,
María se va a prisa a la montaña y nosotros acogemos e intentamos llevar a la
práctica la Buena Noticia. Está llamando a nuestra puerta, está pidiendo
permiso para entrar en nuestra historia, en nuestra casa y el ruido, las
compras, la fiesta por la fiesta, el dejarse llevar por el ambiente… tantas
cosas en estos días, pueden hacernos sordos y ciegos, para no ver el gran
regalo que se nos da: un niño que nos invita a ser misericordiosos.
María nos dice hoy: ¿sales a la montaña conmigo, quieres
ponerte en camino? Eso ha sido el Adviento.
(Autor: Julio César
Rioja, cmf)
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