P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual,
profesor y director espiritual en el seminario diocesano María Mater Ecclesiae
de São Paulo (Brasil).
Idea principal:
Programa electoral de Cristo.
Síntesis del mensaje: Esta es la primera vez que Jesús
habla en su pueblo y sus paisanos le escuchaban sin pestañear. Abre su campaña
electoral por el Reino de los cielos. Su discurso programático está orientado a
la liberación integral del hombre.
Puntos de la idea
principal:
En primer lugar, en resumen el
programa electoral de Jesús queda así: evangelización, alivio de los enfermos,
preferencia por los pobres, liberación de los explotados, expulsión de los
demonios, excarcelación de los presos, indulto y amnistía para todos, perdón de
los pecados. Por tanto, libertad, justicias y santidad; ahí está el programa
electoral de Cristo. Con ese programa Jesús se
presenta como el Mesías profetizado por Isaías (61, 1-2): “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura”. ¿Cómo reaccionó la gente de su pueblo a este programa electoral? Tres veces estuvo Jesús en su pueblo: la primera le aplaudieron (Lc 4, 16-22; Mt 4, 15); la segunda le silbaron (Lc 4, 23-24); la tercera le expulsaron (Lc 4, 25-30). A la tercera fue la vencida: le sacaron de la sinagoga, le empujaron a las afueras, hasta el borde de la grieta y no le faltó más que el último envite. Todo porque enmendó la página de Isaías, la hace suya pero suprime “la venganza de nuestro Dios” (Is 61,2), pues ese Mesías viene a proclamar “el año de gracia del Señor”. ¿No estamos celebrando este año el jubileo de la misericordia? ¿Quién se cree este hijo del carpintero José? –decían sus paisanos de Nazaret.
presenta como el Mesías profetizado por Isaías (61, 1-2): “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura”. ¿Cómo reaccionó la gente de su pueblo a este programa electoral? Tres veces estuvo Jesús en su pueblo: la primera le aplaudieron (Lc 4, 16-22; Mt 4, 15); la segunda le silbaron (Lc 4, 23-24); la tercera le expulsaron (Lc 4, 25-30). A la tercera fue la vencida: le sacaron de la sinagoga, le empujaron a las afueras, hasta el borde de la grieta y no le faltó más que el último envite. Todo porque enmendó la página de Isaías, la hace suya pero suprime “la venganza de nuestro Dios” (Is 61,2), pues ese Mesías viene a proclamar “el año de gracia del Señor”. ¿No estamos celebrando este año el jubileo de la misericordia? ¿Quién se cree este hijo del carpintero José? –decían sus paisanos de Nazaret.
En segundo lugar, la Iglesia de
Cristo seguirá y debe seguir ese mismo programa electoral, está claro, si no
quiere desvirtuar la misión redentora de Cristo y aguarla o ideologizarla. El
documento de Aparecida dice lo siguiente: “El rico magisterio social de la
Iglesia nos indica que no podemos concebir una oferta de vida en Cristo sin un
dinamismo de liberación integral, de humanización, de reconciliación y de
inserción social” (n. 359). Y en el número 362: “Asumimos el compromiso de una
gran misión en todo el Continente, que nos exigirá profundizar y enriquecer
todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente en un
discípulo misionero. Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida
en Cristo. La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en
la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de
los pobres del Continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se
convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos
un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación
al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra
esperanza. Por eso, se volverá imperioso asegurar cálidos espacios de oración
comunitaria que alimenten el fuego de un ardor incontenible y hagan posible un
atractivo testimonio de unidad “para que el mundo crea” (Jn 17, 21). Esto no es
política ni huele a socialismo, sino a evangelio puro. Y ahí está la Iglesia en
la vanguardia: curando, sanando, consolando, libertando el alma de los pecados,
animando a la conversión del corazón, invitando a la justicia, a la
solidaridad, al perdón y a la paz. Pero, ¿los Organismos Internacionales y
Nacionales escuchan la voz de la Iglesia? ¿Los sacerdotes y obispos escuchan el
gemido de tantos pobres de cuerpo y alma, o están atrincherados en sus
posiciones políticas e ideológicas, o peor, en sus despachos parroquiales y
episcopales con mil papeles? ¡Cuidado!
Finalmente, ahora nos toca también a
nosotros, laicos, pues también nosotros somos Iglesia. La mejor manera de
unirnos al programa electoral de Cristo es seguir con alegría y conciencia la
consigna de san Pablo en la segunda lectura de hoy: vivir unidos en la misión
encomendada por Cristo, colaborando cada uno en los diversos campos de la vida
eclesial. ¿Cuáles? La catequesis, la caridad servicial, las misiones, los
medios de comunicación social, etc. ¿Objetivo? Llevar el programa de Cristo por
todos los rincones del mundo. ¿Finalidad? Para que todos conozcan a Cristo y se
salven. ¿Modo? Con amor y en el respeto, guiados por el Espíritu Santo y todos
unidos en el mismo ideal, sin querer sobresalir ni hacer ranchos aparte.
Nehemías, laico, y Esdras, sacerdote (1ª lectura) nos dan un buen ejemplo de
cooperación entre todos los estamentos de una comunidad, en nuestro caso para
llevar el programa electoral de Cristo. ¡Qué bueno que en los últimos años
hemos experimentado una creciente y muy provechosa participación de los laicos
en las tareas comunes de la Iglesia y en la obra de la reevangelización.
Aquellos a quienes llevemos ese programa de Cristo –pobres, ciegos, oprimidos,
tristes, ricos-, ¿nos escucharán? ¿Nos rechazarán? ¿Colaborarán con nosotros?
¿Nos tirarán por el barranco de su indiferencia y desprecio? No importa, pues
Cristo también pasó por todo eso.
Para
reflexionar: ¿Conozco bien el programa electoral de Cristo? ¿Lo he
asimilado en mi propia vida? ¿Lo transmito por todos los rincones de mi
geografía personal, familiar, barrial, rural? ¿Cómo reaccionan aquellos a
quienes les hablo del programa electoral de Cristo: con amor, con indiferencia,
con hostilidad?
Para rezar:
Señor, me cuesta entender tu programa electoral. Me hubiera gustado más
triunfalista, más fácil. No obstante, me fío de ti. Dame la gracia de asimilar
bien este tu programa de liberación y salvación total, de cuerpo y alma. Pon en
mi boca las palabras justas y apropiadas para saber descifrar tu programa a los
hombres y mujeres de este tiempo.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el
padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org
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