El pasado 4 de marzo, el boletín de noticias de la Santa
Sede comunicaba que, habiendo recibido al cardenal Angelo Amato, prefecto de la
Congregación para las Causas de los Santos, el papa Francisco autorizaba a la
promulgación de los decretos de aprobación de los milagros atribuidos a la
intercesión de la beata Isabel de la Trinidad y el Siervo de Dios María-Eugenio
del Niño Jesús.
El milagro atribuido a la intercesión de la Beata Isabel
de la Trinidad ocurrió en abril del año 2002 en Flavignerot (Dijón), durante
una peregrinación que la señora María Paula Stevens hizo allí, acompañada de
dos queridos amigos, para despedirse de su querida Isabel y pedir la gracia de
morir cristiana y dando testimonio del amor infinito de Dios. De hecho, el
síndrome de Sjorgen que venía sufriendo desde 1997, la había llevado primero a
la invalidez y después a las puertas de la muerte. No
podía tomar alimentos sólidos
ni moverse sin ayuda de otros, además de sufrir otros padecimientos. La
curación de los síntomas fue sorprendente e inesperadamente inmediata, así como
duradera.
Por su parte, el milagro gracias al cual el padre
María-Eugenio podrá ser beatificado, ocurrió el 27 de octubre de 1986: poco
después de nacer, un pequeño hubo de ser operado de un linfagioma quístico en
el cuello y, tres días después, se le operó de urgencia a causa de una
hemorragia imprevista. Una fístula en el conducto linfático le causaba una
importante pérdida de linfa, con los consiguientes problemas metabólicos,
infecciosos y nutricionales que estaban comprometiendo seriamente su vida. La
imprevista y misteriosa desaparición del tubo de drenaje de la herida, marcó el
inicio de una rápida mejoría de las condiciones del niño, que pudo ser
alimentado normalmente y dado de alta sin complicaciones posteriores.
¡Demos gracias a Dios!
(Fuente: carmelitasdescalzos.com)
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