Breve biografía
Juana Fernández Solar vino al mundo en Santiago de Chile
el 13 de julio de 1900. Desde su adolescencia se sintió atraída
irresistiblemente por Cristo. El 7 de mayo de 1919, ingresó en el monasterio de
las Carmelitas Descalzas de Los Andes con el nombre de Teresa de Jesús. Entregó
su alma a Dios el 12 de abril del año siguiente después de hacer su profesión
religiosa. Es la primera flor de santidad de la nación chilena y del Carmelo
Teresiano de América Latina.
De los escritos espirituales de Santa Teresa de Jesús de
Los Andes
Sólo Jesús es hermoso
Sólo Jesús es hermoso. El sólo puede hacerme gozar. Lo
Llamo, lo lloro, lo busco dentro de mi alma. Quiero que Jesús me triture
interiormente para ser hostia pura donde El pueda descansar. Quiero estar
sedienta de amor para que otras almas posean ese amor. Que yo muera a las
criaturas y a mí misma para que El viva en mí.
¿Hay algo bueno, bello, verdadero que podamos concebir
que en Jesús no esté? Sabiduría, para la cual no hay nada secreto; poder, para
el cual nada
existe imposible; justicia, que lo hace encarnarse para satisfacer
por el pecado; providencia, que siempre vela y sostiene; misericordia, que
jamás deja de perdonar; bondad, que olvida las ofensas de sus criaturas; amor
que reúne todas las ternuras de una madre, del hermano, del esposo y que,
haciéndolo salir del abismo de su grandeza, lo liga estrechamente a sus
criaturas; belleza que extasía… ¿Qué otra cosa imaginas que no esté en este
Hombre-Dios?
¿Temes acaso que el abismo de la grandeza de Dios y el de
tu nada jamás podrán unirse? Existe en El el amor; y esta pasión lo hizo
encarnarse para que, viendo un Hombre-Dios, no temieran acercarse a El. Esta
pasión hízolo convertirse en pan, para poder asimilar y hacer desaparecer
nuestra nada en su Ser infinito. Esta pasión le hizo dar su vida, muriendo
muerte de cruz.
¿Temes acercarte a El? Míralo rodeado por los niños. Los
acaricia, los estrecha contra su corazón. Míralo en medio de su rebaño fiel,
cargando sobre sus hombros a la oveja infiel. Míralo sobre la tumba de Lázaro.
Y oye lo que dice a Magdalena: Mucho se le ha perdonado porque ha amado mucho.
¿Qué descubres en estos rasgos del Evangelio, sino un corazón bueno, dulce,
tierno, compasivo, un corazón, en fin, de un Dios?
El es mi riqueza infinita, mi beatitud, mi cielo.
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