Nació en Santiago del Estero, fue Jesuita y promotora de la
obra ignaciana en los tiempos coloniales prerrevolucionarios. Será beatificada
el próximo 27 de agosto. Su causa fue promovida por Jorge Bergoglio al llegar
al Arzobispado de Buenos Aires
"En mi juventud estuve en San Cayetano y flotaba en el
ambiente el recuerdo de María Antonia, porque a ella le debemos ese
santuario", dijo el Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, Mario Poli,
durante la misa que homenajeaba a María Antonia Paz y Figueroa (1730-1799),
conocida como Mama Antula, tras cumplirse 100 años del traslado de sus restos a
la Iglesia de la Piedad, en el centro porteño. Ella fue la responsable de traer
al país la imagen del Patrono del Trabajo y con ella la devoción que él genera
desde entonces en los fieles que cada 7 de agosto hacen interminables filas
—algunos llegan a acampar durante días—para ingresar al santuario y venerarlo.
¿Cómo llegó el Santo al país?
Siendo muy joven, Mama Antula comenzó a trabajar con los
jesuitas, colaborando en particular en la organización de ejercicios
espirituales. Había recibido una educación que no era habitual en las mujeres
de su época. Cuando la Compañía de Jesús fue expulsada del Virreinato, ella
inició un peregrinaje por varias provincias difundiendo los ejercicios
ignacianos y finalmente llegó a Buenos Aires donde durante 20 años se dedicó a
predicar el mensaje de Cristo. Al dejar Santiago del Estero, María Antonia
nombró a San Cayetano...
como patrono protector de su empresa evangelizadora por ser el Santo de la Providencia y le encomendó cuidar todas sus tareas. "Nunca en la Casa fundada por María Antonia (en Buenos Aires, que aún funciona en la avenida Independencia al 1100) faltó nada del sustento material y la primera imagen del Santo se veneró en la Santa Casa de Ejercicio casi desde su fundación en 1795″, asegura el sitio dedicado a la religiosa.
Pero la devoción por el Santo no pereció junto a Mama
Antula, al contrario, fue creciendo porque la orden de las Hermanas Hijas del
Divino Salvador mantenían la fe en la capilla de aquella Casa Santa que luego
fue trasladada al barrio de Liniers, espacio en el que también levantaron un
colegio y una capilla desde la que fomentaban la devoción al Santo de la
Providencia. Sobre Cayetano, la historia cuenta que, en aquel siglo XVI hubo
grandes sequías, y los chacareros del lugar recurrieron a él, en oración, para
que los socorriera. Las súplicas fueron escuchadas y los fieles comenzaron a llamarlo
el "Patrono del Pan y del Trabajo".
De esa manera nació y creció la devoción a San Cayetano que
cada 7 de mes y en especial todos los 7 de agosto reúne a miles de peregrinos
que acuden a agradecer las gracias y pedir salud y trabajo. El Santuario de
Liniers —ubicado en Cuzco 150— es el que más cantidad de fieles recibe, pero el
clamor se vive en todas las iglesias y parroquias del país. En la misma pared
lateral del Santuario donde está la imagen de este santo se encuentra la de
María Antonia.
La Casa Santa, el lugar donde se levantó el primer altar
para San Cayetano en Argentina
Por la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires
(Avenida Independencia 1190) pasaron casi todos los hombres y mujeres de Mayo y
otros próceres de nuestra historia. María Antonia era una mujer de elevada
cultura para el estándar de la época ya que sabía leer y escribir y fue educada
por los jesuitas a cuyo servicio se consagró.
Cuando la orden fue expulsada —por decisión del Rey de
España y del Papa— María Antonia, entonces de 37 años, inició una peregrinación
por varias provincias argentinas promoviendo la realización de los ejercicios
espirituales ignacianos y manteniendo así encendida la llama del mensaje
jesuita. Durante todo ese tiempo, además, intercambia correspondencia con los
miembros de la orden dispersos por el mundo, informándolos de la situación en
el virreinato.
El Vaticano está recopilando ahora esas cartas, que fueron
traducidas por los jesuitas y reenviadas a lugares tan distantes del Río de la
Plata como Moscú, Londres o París. Hay versiones de las cartas de María Antonia
en latín, ruso, francés, inglés, alemán, entre otras lenguas.
Finalmente, el peregrinar de María Antonia la llevó a Buenos
Aires, donde luego de golpear varias puertas, obtuvo el permiso virreinal para
abrir una Casa de Ejercicios.
Mama Antula murió en 1799, pero la Casa de ejercicios siguió
funcionando, incluso hasta hoy. La suya fue la primera causa de canonización
que envió Buenos Aires a la Santa Sede, pero por años quedó "dormida",
hasta la llegada del jesuita Jorge Mario Bergoglio al Arzobispado de Buenos
Aires, cuando fue reactivada.
Y, en este año del Bicentenario, Mama Antula será, por fin,
beata.
(Fuente: Infobae. com)
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