Antes que nada es importante recordar que no es lo mismo “oír”
que “escuchar”, oímos muchas cosas en minutos, horas, un día… pero escuchamos
muy poco, ya que ésta última precisa de atención, contraria a la primera que es
la acción de captar simplemente los sonidos que nos vienen de afuera, pero sin
prestar sincera atención.
El Señor dice en el Evangelio que sus ovejas escuchan su
voz, ¿sabemos escucharlo? ¿cómo diferenciarlo de otras voces? ¿Cómo saber que
se trata de su voz y no la de mi propia imaginación?
Lo cierto es que Dios nos habla siempre y de distintas
maneras (Heb 11, 1).Es de considerar el pedido o la orden del Señor cuando nos
dice en su Palabra (Dt 6, 4; Mc 12, 29)“Escucha
Israel…” la importancia de estar atentos a su pedido, para agradarle, para
seguirle, servirle, que al fin de cuentas
para eso hemos sido creados, para
amar, adorar y servir a Dios, manifestado en la magnificencia de la creación.
El Señor se comunica con nosotros de muchas maneras a
saber:
1. Por medio de su Palabra, viva y eficaz
2. Por medio de nuestros hermanos, a veces del que menos
pensamos que sea su portavoz.
3. Por medio de los hechos o circunstancias de la vida.
4. Por medio de los sueños.
5. Por medio de la naturaleza.
6. Por medio de una canción, una imagen, una historia, etc.
Pidamos a Dios que nos conceda un corazón dispuesto y un
oído atento, abierto al susurro de su voz que lo penetra todo, lo trasciende
todo, incluso lo más profundo de nuestro ser.
ORACIÓN
Dame oídos que
escuchen
Señor, dame oídos que sepan escuchar,
oídos atentos a tu suave y dulce voz.
Dame la capacidad de cerrarlos a los ruidos cotidianos
para percibir la delicada y tenue fuerza
que emana de tus labios.
Dame oídos frágiles, que distingan tu hablar, de los
otros hablares.
Dame, Señor, la
gracia de escucharte
en cada cosa, en cada persona, en cada acontecimiento.
No deseo otra cosa que hacer tu voluntad. Amén
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