Las Carmelitas descalzas de Oviedo, España son 16 mujeres
que se han sentido llamadas a vivir ésta vocación en la que dicen sentirse
plenas y felices.
No sienten que su vida sea una huida del mundo, por el
contrario, han experimentado que fueron tan valientes como para dejar la seguridad
de la vida cotidiana para abandonarse en las inseguridades del seguimiento de
Cristo desde la vida contemplativa ( Mt 8, 20)
Las carmelitas
descalzas viven la dimensión amplia de la maternidad, afirman que su vida
engendra vida.
Son tan normales que en sus momentos de diálogo cuentan chistes y ríen mucho.
Son tan normales que en sus momentos de diálogo cuentan chistes y ríen mucho.
La celda (habitación) es donde pasan la mayor parte de su
vida, allí oran, estudian, meditan, en silencio y soledad para el encuentro con
el Amado. Es un estilo de vida tan peculiar que necesitan un lugar, silencio y
dedicación para orar y escuchar al Señor; el silencio no sólo de ruidos y voces,
sino desde dentro.
Sólo abandonan el monasterio para ir al médico. Todas
trabajan, se dedican a la repostería. Están en clausura pero no aisladas, por
eso buscan en internet las noticias importantes para saber lo que pasa, también
el telediario, les preocupan los refugiados, la persecución de los cristianos, y
oran por todas esas necesidades.
El voto de obediencia no es perder libertad sino la
libertad de “escoger obedecer”…
La priora dice: “A las hermanas no se las escoge, son un
don de Dios para ayudarte a ser como eres”. Hablan 2 horas al día, después del
almuerzo y la cena.
Una de las columnas de su vida es el trabajo, entra
dentro del voto de pobreza el vivir del trabajo, no viven de limosnas, desde hace
30 años que viven de las pastas (galletitas)que ellas mismas hacen y son muy famosas en Oviedo.
En relación a los cambios sociales y a la Iglesia dicen
que la Iglesia necesita salir de sí misma y a las periferias, salir también
supone “cambiar la manera de ver las cosas”, es la invitación del Papa.
Yo quiero ser solo de el, solo que el miedo a lo nuevo me aterra. A mis 28 años el miedo no es comun, ya muchas han hecho su vida y aunque yo he querido hacer mi vida "normal" no he encontrado otro amor mas que el de Jesus. Misionar ha sido mi sueño de pequeña, o encontrar en mi desierto aquella flor que el tiene para mi.
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