Entramos en el triduo pascual, después de una larga
caminata, por estos cuarenta días de cuaresma y cuarentena, hoy iniciamos
nuestra andadura por estos tres días santos que son resumen y culmen de la vida
de Jesús.
A la Pasión se entra con el corazón. Con ánimo grande. No
desde nuestra cabeza, sino desde el corazón para sintonizar con aquello que latía
dentro de Jesús: sus dolores, sus alegrías, sus amores, su entrega, su
fidelidad, su angustia, su muerte, su vida…
Hay que entrar como Moisés, con pie descalzo, porque la
tierra que vamos a pisar es “Tierra de Misterio”, “Tierra Sagrada”. Hay que
entrar con la descalcez del corazón, en transparencia, poniendo delante del
Señor toda nuestra verdad y dejándonos abrazar por la suya, que no es otra que
la entrega de un amor que va hasta el extremo.
Es bueno recordar, en medio de esta inseguridad en que vivimos a causa de la
situación social actual, que puede robarnos la alegría y la paz, que LA PASIÓN
EMPEZÓ CON UNA FIESTA. Sí, con una fiesta, el cáliz más amargo que eligió beber
Jesús, arrancó primero con un estallido de gozo. Jesús juntó a sus amigos, a
esos con los que por tres años había compartido risas, llantos, sueños,
esperanzas. Es una noche especial…
NOCHE DE AMIGOS... Con ellos seguramente esa noche
río mucho, oró, les abrió aún más su corazón y les mostró, otra vez, con gestos
quién era. Esa noche Jesús siente su corazón romperse ante la traición
del
amigo, pero también allí en el Cenáculo uno de sus amigos se recuesta sobre su
pecho, cuanta ternura y consuelo habrá traído al corazón traspasado de Cristo este
gesto sencillo. Ojala Jesús esta noche pueda recostarse en nuestro pecho, ojala
hoy nosotros podamos consolarlo y estar con Él en su Hora.
ES LA NOCHE DE LA MISIÓN... Jesús en la institución de la Eucaristía les dijo “Hagan esto en memoria mía”. Somos
importantes para él, eligió necesitarlos y necesitarnos para seguir haciendo
presente su mensaje y su vida. Nuestra vida ha de hacer memoria de la de Cristo.
En el gesto del lavatorio de los pies Jesús nos abre a la
lógica de su corazón: el servicio. Servir, no es para Jesús otra cosa que
acariciar la vida de los otros, tocar con ternura la fragilidad y la grandeza
de los hermanos
¿Tu manera de mirar, de vivir, de hablar, de hacer, de
sentir es memoria y recuerdo de Jesús? ¿Cómo estás tocando la vida de los
otros? ¿Con dulzura, con “apuro”, con ternura, con descuido…? Ojala podamos
tocarlas con misericordia, con la misericordia que nace de haber sido tocados
por el Dios de la ternura.
ES LA NOCHE DE LOS "HÁGASE"…
En el lavatorio de los pies Jesús les dice a sus amigos “Les he dado un ejemplo,
para que hagan lo mismo que he hecho con ustedes” (Jn 13, 15). En la fracción del Pan “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22, 19). En la noche de la fe, en
el huerto de Getsemaní, su corazón está atribulado y en la intimidad de su
corazón le dice al Padre “Que no se haga
mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22, 42). Y la cumbre del Hágase queda plasmada en el “Todo está cumplido” (Jn 19,30). Jesús
nos dice no me guardo nada, no te mezquino nada, no me reservo nada para mí, te
lo he dado todo. Estos “Hágase” de Jesús nos recuerdan el “Hágase” de María, en
esa tarde de Nazaret ¡Qué buena Maestra tenías Jesús! En su “Hágase” empezaron
los tuyos y también los nuestros. ¿Qué quiere hacer Jesús en tu vida? ¿Cuál es
el “Hagase” confiado, pequeño y humilde que tenés que pronunciar?
Ojala que estos días sean para acompañar al Amigo en su
momento más duro, para hacer memoria con nuestra vida de SU VIDA y para , más
allá de nuestros miedos, pronunciar con el “Hágase”.
Oración de Santa Isabel de la Trinidad
¡Hágase tu voluntad!
¡Cúmplase tu divina voluntad!
Hace mucho, mi Amado Salvador,
Que yo te consagré mi frágil vida
Queriendo consolar tu Corazón.
Lo que tu quieras, yo también lo quiero,
Oh mi Jesús, mi Amigo y mi Señor;
Que tu voluntad sea la mía
Y apoye mi esperanza a mi intención.
(P 44)
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