Hoy celebramos la Solemnidad de la Epifanía del Señor. El evangelista San Mateo nos recuerda que los Magos de Oriente llegaron a Belén guiados por una estrella que se paró en el lugar donde se hallaba el niño junto a su madre. Podemos preguntarnos qué pasó con José, el evangelista no lo menciona pero podemos hablar más bien de la que sí aparece junto a Jesús, María, su madre.
La Madre está junto al niño que ha venido a ser causa de alegría para muchos y de caída para otros tantos… Dios se ha manifestado en la vida de María por medio de muchos signos divinos que sólo tienen explicación desde la fe. El hijo de Dios se ha manifestado a la humanidad de manera impredecible y sólo los de corazón puro, como María, son capaces de reconocer su obra. En un niño débil y frágil los magos descubren la grandeza que los empuja a postrarse ante su presencia.
Como ellos, estamos invitados a postrarnos ante Aquel que ha venido como luz para cortar nuestras tinieblas e irradiar poniendo al descubierto las maravillas del amor de Dios con sus gestos y palabras.
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