En la última cena Jesús da las últimas instrucciones a sus
discípulos y lo hace con el propio ejemplo. Es desconcertante ver al Señor
postrado frente a sus amigos para lavarles los pies… El Maestro, el Señor, el
hijo de David se abaja para levantar nuestra autoestima lastimada por el
pecado. Sólo Jesús es capaz de limpiarnos, de liberarnos del pecado, y nos lo
ha enseñado con el simple gesto del lavatorio.
¿De qué necesitas ser limpio? El Señor hoy se postra a tus
pies, Él mismo quiere quitarte el polvo del camino que vienes arrastrando para
prepararte así para la vida nueva.
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