“… necesito descubrir lo que realmente significa ser un Padre misericordioso porque éste es el fin último de mi vida espiritual…
Primero, debo tener en cuenta el contexto en que Jesús contó la historia del Lucas escribe: (Lc 15,1-2) Pusieron su legitimidad de maestro en cuestión, criticando su proximidad con los pecadores. Como respuesta, Jesús les cuenta las parábolas de la oveja perdida, la moneda extraviada y el hijo pródigo. Jesús deja claro que el Dios del que habla, es un Dios de misericordia que da la bienvenida y acoge encantado a los pecadores arrepentidos. Así pues, tratar y comer con gente de mala reputación no contradice sus enseñanzas sobre Dios, sino que, al contrario, hace que sus enseñanzas puedan vivirse en la vida diaria. Si Dios perdona a los pecadores, entonces aquéllos que tienen fe deberán hacer lo mismo. Si Dios acoge a los pecadores en casa, entonces aquéllos que confían en Dios también deberán hacerlo. Si Dios es misericordioso, los que aman a Dios deberán ser misericordiosos. El Dios que Jesús anuncia y en cuyo nombre actúa, es el Dios de la misericordia, el Dios que se ofrece como ejemplo y modelo de comportamiento humano.
Pero hay más. Convertirse en el Padre celestial no es sólo un aspecto importante de las enseñanzas de Jesús; es el núcleo mismo de su mensaje. La radicalidad de las palabras de Jesús y la aparente imposibilidad de sus exigencias son obvias cuando son escuchadas como parte de una llamada general a convertirse y a ser verdaderos hijos e hijas de Dios".
(Fuente: “El regreso del hijo pródigo”, H. Nouwen)
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