No te escondes en tu dolor, se te asoma el amor por las heridas. Te pones en medio de todos los pobres de la tierra, en un lavatorio de pies ininterrumpido.Escondes tu rostro para que se desvele el rostro del ser humano, tan perdido. La parábola, con que ahora hablas del reino, es tu propia vida entregada. Tu palabra es el amor. Tu deseo: que nos amemos. Tu esperanza: que el amor triunfe en el mundo.
“Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1).
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