PROFETA Y PADRE NUESTRO (1Rey 19,4-9.11-14)
El profeta Elías aparece en las Sagradas Escrituras como el hombre de Dios que camina sin descanso en la presencia del Señor y que, abrasado de celo, lucha en defensa del culto del único Dios verdadero. El vindicó los derechos de Yahvé en público desafío celebrado en el Carmelo. Poco después recibía en el monte Horeb la gracia de la íntima experiencia del Dios vivo. Los primeros ermitaños que iniciaron la vida cenobítica en honor de la Virgen María en el monte Carmelo, allá por el siglo XII, pusieron los ojos en Elías conforme a la tradición monástica, tomando al Profeta junto con la Madre de Dios como modelo de su vida.
Profeta de la llama y de la altura,
testigo del Dios vivo y transparente,
que hace brotar una agua de ternura
y un huracán del fuego incandescente.
Sobre la cima del Carmelo, ilesa
sube en brisa y cristal la nubecilla.
Se abre una lluvia fertil de promesa
y esboza una Rosa sin mancilla.
Y adora Elías el azul vestigio
de una Virgen y Madre. De la bruma
del poderoso mar subió el prodigio
hecho maternidad desde la espuma.
Por el rostro de fuego del Profeta
cruzó un viento de sueño y profecía.
La llanura del mar, amarga y quieta,
alumbró el limpio gozo de maría. Amén.
(Himno de Laudes, tomado del Oficio propio del Carmelo Teresiano)
QUE BELLOOO AMENNN
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