viernes, 20 de febrero de 2009

Percibir la fragancia en medio de la humanidad

Cristo vino a anunciar a Dios; pero también a anunciar al ser humano (G. S. 22) y al ser humano porque no se trata de definirlo, describirlo, comprenderlo, sino de profetizarlo, es decir, anunciarle al ser humano lo que está llamado a ser, de tal manera que nuestra propuesta cristiana sea olor primaveral de la vida buena, un destello de luz que permita comprender que “la luz verdadera al venir al mundo, ilumina a todo hombre” (Jn 1,9).

El deseo de encontrar vías o posibilidades de acercar lo que es evidente: Dios y el ser humano, no es novedad alguna, es el querer en una misma fragancia lo que Dios ha hecho… ser parte de la humanidad y estar siempre con nosotros. El aroma de Dios sigue siendo… buscado pero hallado, deseado pero omitido, olvidado pero descubierto… puesto que el problema consiste en haber colocado en contravía a Dios y el ser humano, que hace que por un lado circule el discurso religioso que se ha comunicado y por otro lado se muevan los intereses de los seres humanos, como si Dios estuviera en contra de la humanidad. “los hombres desean una humanidad sin Dios porque nosotros les hemos presentado una teología que no implicaba de forma directa una antropología.

El Dios loco e incomprensible de Jesús ( 1 Cor 1,18-31; 2,1-16), fuente de una sabiduría sin lógica y nueva, que desconcierta a los sabios y llena de alegría a los pequeños (Mt 11,25), es el que nos va a inundar de la fragancia inolvidable, única e irrepetible, imposible de falsificar, la cual permite la comprensión del ser humano. Esta fragancia del Dios enloquecido y de amor extremo ha hecho evidente e incomparable la grandeza de los que no aportan buen olor a la sociedad, tenidos por marginados y excluidos… empobrecidos y ajusticiados…; en ellos Dios le ha dado rostro y fragancia, frescor y vida a toda la humanidad, que hace inseparable la suerte de Dios de la del ser humano

La creatividad que todos contamos se enriquece en la medida que seamos capaces de aprender de los demás, de no tener miedo de aceptar propuestas para que examinado todo nos quedemos con lo bueno (1 Tes 5,21) y así mismo, en abrir horizontes y descubrir lo nuevo (no concluir que lo pasado fue mejor… simplemente fue distinto), que hace eco y genera constatación de una sutil presencia insinuante de hacer visible lo que no es evidente (no por nuevo significa que sea bueno o que sea viejo significa que sea desecho), es cuestión de percepción y afinar la sensibilidad para captar la diferencia.

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