Posadas (Misiones), 6 May. 09 (AICA)
El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, reiteró “la necesidad de tener una experiencia de encuentro con Cristo Resucitado para poder captar que nuestra vida está cargada de sentido. Quizá esta expresión nos sirva para entender que solo desde la fe podemos tener una comprensión profunda de temas como la vida, la familia y el matrimonio, la Iglesia y su misión, el sacerdocio y el celibato”.
Tras señalar que “desde una visión materialista que ‘sólo’ comprende al hombre desde lo fisiológico e instintivamente, difícilmente se puedan entender estos valores como un ‘don de Dios’, como un regalo e instrumento de servicio a la humanidad y al bien común”, reconoció que “desde una antropología materialista por supuesto el matrimonio monogámico y el celibato serán considerados como algo antinatural”.
“Reducir el celibato a una mera imposición de la Iglesia -advirtió- es de hecho una falta de respeto a la inteligencia y al mismo Cristo que era el ‘sumo y eterno sacerdote’, ‘célibe’, que dio su vida por todos nosotros y que Él mismo recomendó; a los textos bíblicos que tienen una profunda valoración al celibato y a la castidad por el Reino de los cielos; y a los Padres de la Iglesia, doctores y pastores desde el inicio apostólico y hasta el presente”.
El prelado indicó que “el unir el celibato y el sacerdocio ministerial es una opción por una mayor radicalidad evangélica hecha por la Iglesia desde su potestad y respaldada por la Palabra de Dios y el testimonio de los santos y tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia desde este don, y aun desde sus fragilidades trataron y tratan de donarlo todo en exclusividad a Dios y a su pueblo. Los malos ejemplos y aun nuestras propias limitaciones no invalidan el aporte de tantos que antes y actualmente dan su vida por los demás”.
Monseñor Martínez recordó que el papa Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, dice que “una vez más, Jesús es el modelo ejemplar de adhesión total y confiada a la voluntad del Padre, al que toda persona consagrada ha de mirar. Atraído por Él, desde los primeros siglos del cristianismo, muchos hombres y mujeres han abandonado familia, posesiones, riquezas materiales y todo lo que es humanamente deseable, para seguir generosamente a Cristo y vivir sin ataduras su Evangelio, que se ha convertido para ellos en escuela de santidad radical…”
“Si la sexualidad la humanizamos y consideramos la capacidad de espiritualidad en el hombre y la mujer, así como la inteligencia, la voluntad, la libertad, y su capacidad de trascendencia, se podrá captar que la sexualidad y genitalidad es maravillosa y mucho más plena, porque está ligada al amor humano, y no sólo a una sexualidad liberada a los instintos que siempre dejan a la persona sumergida en una profunda insatisfacción”, afirmó.
El obispo sostuvo que “desde una comprensión correcta de la persona humana, también se puede entender que la sexualidad es un vehículo que no solo hace a la generosidad, sino que puede instrumentar la donación de la propia vida en el amor a los demás. En definitiva, porque la persona está hecha para el amor y donándose es en donde se plenifica”.
Por último, monseñor Martínez alentó a rezar por las vocaciones sacerdotales y religiosas, con “la confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana”, y agradeció a Dios porque “Él sigue obrando el llamado y la respuesta de muchos jóvenes a consagrase a Dios y a sus hermanos. Responden al llamado porque creen en el amor”.+
Texto completo de la carta (hacé clic en el título)
El obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez, reiteró “la necesidad de tener una experiencia de encuentro con Cristo Resucitado para poder captar que nuestra vida está cargada de sentido. Quizá esta expresión nos sirva para entender que solo desde la fe podemos tener una comprensión profunda de temas como la vida, la familia y el matrimonio, la Iglesia y su misión, el sacerdocio y el celibato”.
Tras señalar que “desde una visión materialista que ‘sólo’ comprende al hombre desde lo fisiológico e instintivamente, difícilmente se puedan entender estos valores como un ‘don de Dios’, como un regalo e instrumento de servicio a la humanidad y al bien común”, reconoció que “desde una antropología materialista por supuesto el matrimonio monogámico y el celibato serán considerados como algo antinatural”.
“Reducir el celibato a una mera imposición de la Iglesia -advirtió- es de hecho una falta de respeto a la inteligencia y al mismo Cristo que era el ‘sumo y eterno sacerdote’, ‘célibe’, que dio su vida por todos nosotros y que Él mismo recomendó; a los textos bíblicos que tienen una profunda valoración al celibato y a la castidad por el Reino de los cielos; y a los Padres de la Iglesia, doctores y pastores desde el inicio apostólico y hasta el presente”.
El prelado indicó que “el unir el celibato y el sacerdocio ministerial es una opción por una mayor radicalidad evangélica hecha por la Iglesia desde su potestad y respaldada por la Palabra de Dios y el testimonio de los santos y tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia desde este don, y aun desde sus fragilidades trataron y tratan de donarlo todo en exclusividad a Dios y a su pueblo. Los malos ejemplos y aun nuestras propias limitaciones no invalidan el aporte de tantos que antes y actualmente dan su vida por los demás”.
Monseñor Martínez recordó que el papa Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, dice que “una vez más, Jesús es el modelo ejemplar de adhesión total y confiada a la voluntad del Padre, al que toda persona consagrada ha de mirar. Atraído por Él, desde los primeros siglos del cristianismo, muchos hombres y mujeres han abandonado familia, posesiones, riquezas materiales y todo lo que es humanamente deseable, para seguir generosamente a Cristo y vivir sin ataduras su Evangelio, que se ha convertido para ellos en escuela de santidad radical…”
“Si la sexualidad la humanizamos y consideramos la capacidad de espiritualidad en el hombre y la mujer, así como la inteligencia, la voluntad, la libertad, y su capacidad de trascendencia, se podrá captar que la sexualidad y genitalidad es maravillosa y mucho más plena, porque está ligada al amor humano, y no sólo a una sexualidad liberada a los instintos que siempre dejan a la persona sumergida en una profunda insatisfacción”, afirmó.
El obispo sostuvo que “desde una comprensión correcta de la persona humana, también se puede entender que la sexualidad es un vehículo que no solo hace a la generosidad, sino que puede instrumentar la donación de la propia vida en el amor a los demás. En definitiva, porque la persona está hecha para el amor y donándose es en donde se plenifica”.
Por último, monseñor Martínez alentó a rezar por las vocaciones sacerdotales y religiosas, con “la confianza en la iniciativa de Dios y la respuesta humana”, y agradeció a Dios porque “Él sigue obrando el llamado y la respuesta de muchos jóvenes a consagrase a Dios y a sus hermanos. Responden al llamado porque creen en el amor”.+
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