lunes, 17 de agosto de 2009

SILENCIO

La juventud tiene necesidad de callar, de silenciarse, de estar consigo misma y poder escucharse, pero es un estado al que le cuesta mucho llegar.
El silencio de la casa es invitación automática a encender la TV, el equipo de audio, la radio, hay que “llenar el silencio y cargarlo de vida?”. El silencio parece ser sinónimo de tristeza, angustia, desolación, pesimismo, aridez, y al joven le aterra enfrentarse con todo esto, consigo mismo. ¿Por qué cuesta tanto callar? ¿Por qué escapar al silencio?

Vivimos en un tiempo donde los jóvenes están bombardeados de voces. Escuchan la voz de sus sueños, anhelos, de sus fliares y seres queridos, de la sociedad que los anima a vivir para el trabajo y para el consumismo, de la imposición masificadora de los poderosos, etc., etc.

El silencio no es un bien que los jóvenes busquen, a menudo le huyen, es quizá porque no saben quedarse a solas consigo mismos, no saben disfrutar del hecho de quedarse quietos sin hacer nada; y cuando logran pasar en silencio no pueden controlar la imaginación, las fantasías, los pensamientos, etc.

No, hacer silencio no resulta fácil, es un don que hay que pedir, y a fuerza de repetir puede convertirse en un buen hábito de vida...
(Continuará)

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