Cuando examines tu conciencia, (cuidado con lo que ahora voy a decirte) no vayas demasiado lejos; mírala como se miran las playas desde las altas cúspides de los Alpes o Pirineos, modo grosso, sin entrar en pormenores y no viendo en ella cosa clara, cierta y evidentemente mala, pasa de largo y quédate en paz con tu Dios. Cuidado te repito en esto y dime cómo lo haces porque por aquí el diablo con sus falsas doctrinas y sugestiones podría entrar y causarte gravísimos perjuicios. Esta unión produce la paz del corazón; busca pues la paz. No te inquiete ni turbe cuanto de próspero o adverso pase a tu alrededor; y antes piérdelo todo que la paz del corazón.
Cuando te sientas inquieta, trist e, en pena, amargada, busca la causa, y si no merece pena, como no la merece todo lo que no es ofensa de Dios, echa afuera tu inquietud; y si no ves causas, si penas, si te sientes inquieta, descontenta sin causa, entonces sufre, toma paciencia, deja pasar aquella hora de fiebre espiritual y la calma interior volverá. (Francisco Palau y Quer, ocd)
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