sábado, 19 de febrero de 2011

AMEN A SUS ENEMIGOS Y EXPERIMENTARÁN LA SANTIDAD



El libro del Levítico (19,8) contenía el precepto del amor al prójimo, entendido sólo como miembro de la comunidad de Israel. “Odiarás al enemigo” equivale a “no estás obligado a amarlo”, según un hebraísmo (Cfr Lc 14,26 y Mt 10,37) También algunos rabinos contemporáneos de Jesús llegaron a hablar alguna vez del amor a los enemigos.

El discípulo de Jesús debe amar al enemigo, y, en la intimidad de la oración, orar también por Él. Es una calidad de obras, propia de un hijo de Dios( quien es en esencia “santo”). Ahí se manifiesta su linaje. El espíritu filial hace posible al cristiano el descubrimiento de un hermano hasta en aquel que le persigue.
Como discípulos misioneros lo menos que podemos hacer es TRANSPARENTAR  las actitudes del Maestro, aquel a quien decimos seguir.
Y “el punto central de este texto”  es LA SANTIDAD, ¿por qué nos quiere Dios amando, viviendo a su modo? Porque en su corazón jamás dejó de lado su sueño original, LA SANTIDAD DE SUS CREATURAS: “Sean SANTOS como el Padre celestial es SANTO”.

 SANTA TERESITA Y SU EJEMPLO

Santa Teresita del Niño Jesús experimentaba en su interior deseos inmensos de santidad, de vivir esta vocación, se sabía limitada y sin embargo ponía toda su confianza en Aquel que le inspiraba tal deseo.
Ella misma dice en su autobiografía: “La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos…” Dios conoce nuestras limitaciones y fragilidades, es más, cuenta con ellas para llevarnos a la perfección.

He aquí un extracto de "Historia de un alma" donde nos comparte un testimonio suyo:

Madre… Hay en la comunidad una hermana que tiene el don de desagradarme en todo. Sus modales, sus palabras, su carácter me resultan sumamente desagradables. Sin embargo, es una santa religiosa, que debe de ser sumamente agradable a Dios.
Entonces, para no ceder a la antipatía natural que experimentaba, me dije a mí misma que la caridad no debía consistir en simples sentimientos, sino en obras, y me dediqué a portarme con esa hermana como lo hubiera hecho con la persona a quien más quiero. Cada vez que la encontraba, pedía a Dios por ella, ofreciéndole todas sus virtudes y sus méritos.
…No me conformaba con rezar mucho por esa hermana que era para mí motivo de tanta lucha. Trataba de prestarle todos los servicios que podía y cuando sentía la tentación de contestarle de manera desagradable, me limitaba a dirigirle la más encantadora de mis sonrisas y procuraba cambiar de conversación.
…Un día en la recreación, me dijo…”¿Querría decirme, hermana Teresa del Niño Jesús, qué es lo que le atrae tanto de mí? Siempre que me mira, la veo sonreír”. ¡Ay!, lo que me atraía era Jesús, escondido en el fondo de su alma… Jesús, que hace dulce lo más amargo… Le respondí que sonreía porque me alegraba verla (por supuesto que no añadí que era bajo un punto de vista espiritual) (Fuente: “Historia de un alma”, Manuscrito C)

Te invitamos a pensar y a soñar, como Teresita en la SANTIDAD, estás hecho/a para AMAR, esta es la esencia de la SANTIDAD ¡y todos vinimos con esta marca registrada!

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