sábado, 21 de mayo de 2011

EVANGELIO DEL DOMINGO V de PASCUA (Jn 14, 1-12)


El evangelio de Juan revela la situación crítica que vive la comunidad naciente provocada por el ambiente hostil y peligroso en que se va desarrollando. Jesús no sólo es la piedra fundamental, sino que Jesús es también camino, verdad y vida. Los discípulos están confundidos ante las Palabras de Jesús. En los anteriores versículos Jesús ha anunciado la traición de Judas y la negación de Pedro. Este episodio refleja la situación de crisis de los discípulos porque no entienden el camino de Jesús. Las palabras que Jesús pronuncia pretenden alentarles en la esperanza, fortalecerlos en medio de la angustia, devolverles el horizonte de vida.
Jesús es camino, es decir, es proyecto, horizonte de vida para muchos. Su muerte está llena de sentido porque en ella se manifiesta el amor de Dios por la Humanidad y les devuelve la razón de vivir en momentos de confusión y desesperación.
Jesús es verdad: la mentira, el engaño, la corrupción se apodera del corazón de la persona humana. La Palabra anunciada y testimoniada por Jesús, que es la Palabra del Padre, se convierte en criterio de verdad, en transparencia que devuelve la luz.
Es vida: frente a las fuerzas de la muerte que causan terror, Jesús da sentido a la vida, se revela como Señor de la vida y vencedor de la muerte. Y en él todos los que apuestan a favor de un proyecto de vida, de verdad y amor como horizonte que puede salvar a la Humanidad del caos, la injusticia, la corrupción, la exclusión y la maldad.
Quién cree en Jesús cree en el Padre y será transparencia del Resucitado. En el fondo eso es ser cristiano, que es una forma de ser en plenitud hijos/hijas de Dios. Pero la propuesta de Jesús no es un asunto meramente individual, intimista, espiritualista. El proyecto de su seguimiento es exigente y radical. También la persona cristiana, integrada al cuerpo comunitario, debe ser camino, verdad y vida. Estamos llamados a ser una alternativa de vida, junto con otras alternativas de vida -representadas por otras personas y comunidades inspiradas por otras religiones- en medio de un mundo desorientado que con frecuencia no encuentra el sentido de la existencia. Somos servidores de la Vida aún en medio de la muerte que siembra el egoísmo humano cuando desatiende la sabiduría que se manifiesta «por los muchos caminos de Dios». La desatención a esta sabiduría divina manifestada por tantos caminos, repercute en las crecientes injusticias sociales y guerras que pretenden justificarse con apelos a la defensa de la libertad y de la seguridad, o a la imposición de la democracia o de la «libertad de comercio» pero que en el fondo esconden mezquinos intereses económicos y hegemónicos de las grandes potencias y plagan de hambre y de miseria a los pueblos pobres.
Nuestra misión, pues, como personas cristianas, es juntarnos con muchas otras personas y comunidades creyentes, practicantes de otras religiones, y ser alternativa de vida, de resistencia y esperanza para todos.
En una época como la que vivimos, marcada por la entrada en curso en un nuevo paradigma, el paradigma pluralista, hemos de leer y proclamar con cuidado tanto la expresión de Pedro de un «linaje escogido», como la expresión de Juan, que él pone en labios de Jesús: «Yo soy ‘el’ Camino». Esta última sobre todo no deja de ser una expresión propia de un lenguaje confesional, un lenguaje de amor y de fe, cultual, y en ese contexto hay que entenderla. No hay que perder de vista que, en otro sentido, son muchos los caminos de Dios, sus caminos, que no son nuestros caminos, y que nos pueden sorprender siempre con el descubrimiento de nuevos caminos de Dios.

(Fuente: www.lecturadeldia. com)

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