Los religiosos que huyeron a oriente y se dispersaron por sus países de origen en Europa mantuvieron más o menos el mismo género de vida. Fue San Simón Stock (General) quien comenzó a organizar la Orden y abrirla hacia la vida común y el apostolado. Entonces se alineará entre las Ordenes mendicantes. Subsistía, sin embargo, en la Orden una fuerte tendencia a la soledad del desierto, alejada de las ciudades.
Pero la Orden se irá abriendo. Los carmelitas empujados y protegidos por los Papas Clemente V, Juan XXII y Urbano V, fueron entrando en las Universidades célebres de Europa y graduándose en ellas con éxito.
Las ciencias eclesiásticas levantaron el espíritu de la Orden y surgieron ilustres maestros que pudieron dar forma y vida al marianismo casi meramente litúrgico del siglo XIII. El instinto de defensa contra los perseguidores de su título mariano sirvió de estímulo para reflexionar más profundamente sobre el significado de “Hermanos de la B. Virgen María”, y en él encontraron, dentro de un marco de contemplación o vida interior, la clave misteriosa de su marianismo.
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