miércoles, 17 de agosto de 2011

Abierto el proceso de canonización de la Beata Isabel de la Trinidad



El pasado 11 de julio de 2011 en la Capilla del Arzobispado de Dijon, en presencia de Monseñor Roland Minnerah, Arzobispo de la diócesis, se dio inicio al proceso “Super Miro” para la canonización de la Beata Isabel de la Trinidad (1880-1906).

Después de una breve oración y en presencia de una reliquia de la carmelita de Dijon, prestaron juramento los miembros del tribunal: Monseñor Ennio Apeciti de la Arquidiócesis de Milán como juez delegado arzobispal, el Canónigo Paul Chadeuf como promotor de justicia y el Don Yves Frot como notario.

El Canciller Arzobispal, Canónigo Marc Galen, dio lectura al “Supplice Libello” del Vice-Postulador de la Causa, Padre Antonio de la Madre de Dios OCD, con el cual ha pedido la iniciación del proceso por el presunto milagro, atribuido a la intercesión de la Beata.



Tras esta primera sesión, tuvo lugar el interrogatorio a las tres carmelitas descalzas del Monasterio de Flavignerot donde ocurrió el presunto milagro de la sanación de la señorita Marie-Paul Stevens en Bélgica.

Profesora de religión en el colegio de los Hermanos Maristas de Malmedy (Bélgica), Marie-Paul comenzó a experimentar una fuerte dificultad para articular palabras al tiempo que sufría problemas de salivación, durante el mes de mayo de 1997. Aconsejada por una amiga médico, se sometió a algunos análisis clínicos que revelaron que sufría la enfermedad de Sjøgren que, gradualmente, iban afectando a diversos ámbitos de su organismo.

Después de realizar diversos tratamientos sin éxito, emprendió un viaje a Flavignerot para agradecer a Isabel de la Trinidad el haberla sostenido durante su enfermedad. El 2 de abril de 2002, después de haber rezado en la capilla del Carmelo y haber dado las gracias a Isabel por su ayuda, se sentó sobre una de las piedras que delimitan el aparcamiento del monasterio. Imprevistamente, delante de los ojos atónitos de los dos amigos que la habían acompañado, se levantó con los brazos en alto y exclamó llena de sorpresa y alegría: “¡Ya no estoy enferma!” Después de ese día, Marie-Paul reemprendió una vida totalmente normal.

(Fuente: Carmelitas Descalzos)

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