En estos días previos a la Fiesta de Todos los Santos deseamos compartir con uds. algunas reflexiones que ayuden a repensar la “Santidad” como nuestro compromiso cristiano y el sueño de Dios para cada uno de sus hijos.
Sabemos que todos somos llamados por vocación a la santidad, es lo que nos dice San Pablo, pero parece que no nos tomamos en serio algo tan importante como esto. Suele escucharse gente hablando de la santidad de aquellos que alcanzaron a los altares y creen que ellos nunca llegarían a tanto… y se equivocan.
Vos y yo fuimos hechos para amar, y el santo es aquel que ejerce el amor cada momento de su vida. Todos tenemos capacidad de amar, todos tenemos necesidad de ser amados y en todo caso, fuimos hechos par amar y ser amados.
DEBO CONVERTIRME YO
Un caballero se quejaba a San Pedro de Alcántara (1499-1567):
- “¡Qué mal anda el mundo, esto no se parece nada a lo que era, se ha perdido el sentido del honor, esto parece el reino de los sinvergüenzas, de los corruptos!”
Pedro, ya en camino de santidad, escuchó con respeto y, sin perder la paz, le contestó con amabilidad y picardía:
- “Se me ocurre, señor, que si usted y yo nos esforzamos mañana en ser un poquito mejores que hoy, habremos contribuido a que en el mundo haya dos pecadores menos. ¿Empezamos?”
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