«Caritas Christi urget nos» (2 Co 5, 14): es el amor de Cristo
el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar. Hoy como ayer, él
nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los
pueblos de la tierra (cf. Mt 28, 19). Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a
los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le
confía el anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo.
Por eso,
también hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una
nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar
el entusiasmo de comunicar la fe. El compromiso misionero de los creyentes saca
fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar.
La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se
recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos,
porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo:
en efecto, abre el corazón y la mente de los que escuchan para acoger la
invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos.
(Fuente: Exhortación apostólica “Porta fidei n° 7)
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