Son cuatro los elementos que la carta apostólica nos propone
como medio de RENOVACION de nuestra Iglesia, familia y cultura:
a. Alimentarnos con la Palabra de Dios;
b. El testimonio del creyente;
c. La evangelización;
d. El conocimiento de las verdades de la fe.
Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la
Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida,
ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6,51). En
éste tiempo de inicio del tercer milenio el gusto por la Palabra de Dios debe
ser más frecuente. Esta es una de las puertas que abrió el Concilio Vaticano II
al buscar nuevamente que el pueblo de Dios pueda acceder a la lectura de las
Sagradas Escrituras.
Desde la Conferencia Episcopal Argentina han recomendado la
LECTIO DIVINA como forma de oración, es la Palabra de Dios el alimento que
necesitamos, es allí donde están las respuestas a tantos interrogantes en
nuestra vida, es ella la luz de cada paso que damos.
La renovación de la Iglesia pasa también a través del
testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el
mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la
Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó.
La «fe que actúa por el amor» (Ga 5, 6) se convierte en un
nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre
(cf. Rm 12, 2; Col 3, 9-10; Ef 4, 20-29; 2 Co 5, 17).
(Fuente: “Encuentro Regional de grupos misioneros del
NEA” Alejandro Lazovich)
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