Existe un frase extraordinaria,
atribuible a san Francisco de Asís: “Predica siempre el Evangelio; hazlo con
palabras sólo si es necesario”. Mucho de lo que nosotros hacemos como
evangelizadores fluye de lo que somos. Esto significa que nosotros debemos
vivir una vida de comunión. Si nuestra tarea es ayudar a los demás a distinguir
los importantes momentos de comunión que hubo y hay en sus vidas, entonces
tenemos que estar atentos a la experiencia de genuina comunión en nuestra
propia vida. Esto requiere que el evangelizador sea contemplativo.
Esta es una palabra que muchos de
nosotros asociamos más bien con los santos, los monjes o alguien parecido. Pero
yo la estoy usando en un sentido más básico. María, la madre de Jesús fue
contemplativa. Ella guardaba en su corazón todas las cosas maravillosas que le
sucedían. Nosotros tenemos que ser contemplativos del mismo modo. Tenemos que
estar atentos al movimiento de la gracia de Dios en nuestras vidas, tenemos que
movernos cada vez más concientes de nuestra propia participación en la vida de
comunión si queremos ayudar a los demás a caminar en esa misma dirección.
(Fuente: “Ser anuncio” Richard Gaillardetz)
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