Benedicto XVI ha dispuesto con
motivo del Año de la Fe, que comenzará el 11 de octubre hasta el 24 de
noviembre de 2013, la concesión de indulgencia plenaria para todos los fieles
que en esos meses den testimonio público de la fe cristiana en la vida diaria,
informó hoy el Vaticano.
"En este tiempo de profundos
cambios a los que la humanidad está sometida, Benedicto XVI invita a todo el
pueblo de Dios para que en este Año de la Fe se una al Sucesor de Pedro (él)
para dar testimonio de la fe ante los demás en la vida diaria", precisó el
Vaticano.
La indulgencia, según el decreto
firmado por el cardenal Manuel Monteiro de Castro, penitenciario mayor de la
Iglesia romana, será aplicada en las condiciones que establece la Iglesia, es
decir, si el fiel se ha confesado, ha tomado la comunión y ha rezado según las
intenciones del sumo pontífice.
Los fieles conseguirán la
indulgencia durante todo el año cada vez que, entre otras, participen en las
lecturas de textos sagrados en las iglesias, cada vez que peregrinen a una
basílica, catacumba cristiana, catedral, basílicas menores o santuarios
marianos y participen en alguna función sagrada o mediten y al final recen el
Padrenuestro.
También si un día de ese Año de
la Fe el fiel visita el baptisterio u otro lugar en el que recibió el bautismo
y renueva las promesas bautismales según la fórmula legítima.
Los fieles que no puedan
participar en celebraciones como las anteriores, debido a que están enfermos,
encarcelados, son ancianos, etc, podrán lograr la indulgencia plenaria en las
mismas condiciones "si se unen espiritualmente a los actos en los que las
palabras del pontífice o de los obispos son transmitidas por televisión o
radio, recen el Padrenuestro y hagan la profesión de Fe".
La indulgencia es la reducción o
eliminación de las penas que derivan de haber cometido un pecado y que puede
ser obtenida en determinadas condiciones siempre que se esté en estado de
gracia, según precisa el "Enchiridion Indulgentiarum", manual de las
indulgencias.
Las indulgencias aparecen por
primera vez en 1091. Permitía conmutar la penitencia por obras públicas, como
la construcción de iglesias.
Los papas Alejandro II y Urbano
II la ofrecieron a todos aquellos que participaban en las cruzadas y Bonifacio
VIII, el papa que convocó el primer jubileo en 1300, las relacionó con este año
santo.
Contra la degeneración comercial
de las indulgencias en la Iglesia Católica se levantó Lutero. Era 1517 y de
allí partió la reforma luterana, el protestantismo.
La Penitenciaría de la Curia
Romana precisó tras la revisión de la "Enchiridion Indulgentiarum",
en 1999, que el propósito de la indulgencia no es sólo ayudar a los fieles a descontar
las penas del pecado, sino impulsarles a realizar acciones de piedad, de
penitencia y de caridad.
Para obtener una indulgencia
todos los pecados tienen que estar confesados, se tiene que haber hecho la
comunión y rezado "y sobre todo tener el corazón libre, ya que si hay
pecado, aunque sea venial, no puede haber indulgencia plenaria", según el
manual.
El manual también prevé la
concesión de indulgencias parciales a quienes al cumplir con su deber y
soportar las adversidades de la vida se dirigen con humildad a Dios, aunque sea
con una simple plegaria.
También a quienes con fe y
misericordia ponen sus bienes y ellos mismos al servicio de los necesitados y a
quien con espíritu de penitencia se priva espontáneamente y con sacrificio de
alguna cosa lícita.
Ante la mala fama de las
indulgencias, debido a errores del pasado, el Vaticano ha insistido en que se
debe superar la "imagen comercial" a la que aún siguen ligadas,
porque son gratis.
(Fuente: abc.es)
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