Carta a una madre en su día
Querida mamita:
Deseo de todo
corazón que al recibir mi carta te encuentres muy bien. Yo me siento muy bien,
aunque no puedo negar que no es lo mismo escribirte sobre los abrazos que
quisiera darte, que abrazarte personalmente.
La vida nos ha
separado por una distancia geográfica, pero a su vez logró hacerme consciente
de que a las personas que amamos jamás las apartamos de nuestro lado una vez
que se ganaron nuestro corazón.
Hoy quisiera,
madre mía, expresarte mil cosas, pero siempre sucede lo mismo… las palabras son
tan limitadas y finitas que jamás expresarán lo que siente y vive el corazón de
los seres humanos. Pasa que nos
gusta decir lo mismo, pero siempre con la
novedad del momento presente, y lo cierto es que caemos en la misma expresión
“GRACIAS” por tanto amor y vida entregada!
Muy en breve
deseo hacerte pasear por mi vida, pero desde mis ojos, mi corazón… quiero que
sepas cómo viví yo la experiencia de ser tu hija, cómo te percibí, cómo te sentí.
Puedo decir que fui testigo de tu madurez como madre, aprendiste a “ser madre”
y como sucede en todo proceso de aprendizaje, cometiste errores que también
supiste enmendar. Te vi comprometida con mi educación y madurez, ansiosa de que
aprendiera pronto sobre detalles de la vida; cansada de repetir las mismas
instrucciones que yo, parecía nunca comprender; esperanzada en que un día todos
tus esfuerzos darían frutos, y feliz con cada pequeño y gran logro que te
compartía. Te asustaste muchas veces pensando que me perdías, también la
primera vez que te levanté la voz… tus reacciones, ya las conocía de antemano,
entonces me preparaba para el tirón de orejas o el sermón sobre “La buena
hija”. Mamita querida, perdón si no supe abrazarte en el dolor que yo muchas
veces percibía en tu mirada. Perdón por las pocas veces que te dije que te
amaba y extrañaba… siempre me hiciste falta, y en la distancia tu ausencia física
se hace más palpable.
Tendría mucho más
para decirte, no quiero agotarlo todo en una carta, además ya lo dije antes,
las palabras nunca expresarán todo lo que guarda el corazón. Este día de la
madre quiero hacerme presente con estas simples líneas que hablan de la
Solemnidad del cristiano que tiene una buena madre”, y ese es mi caso.
Agradezco al Señor
por las pequeñeces de la vida que vienen ahora a mi mente y que jamás se
escribirán en un libro por la inteligencia de sus palabras, pequeñeces que
hablan de calor de madre y de hogar como:“uy, mamá, cuánto extraño el olor de
tus manos”, o sino “conozco tus pasos, tu andar y me sosiego con sólo
escucharlos”, también “si pienso en tus manos las recuerdo grandes y
ultrajadas, son las manos de mi heroína, que hizo y hace tanto por mí”,
“¡cuánto extraño tus guisos calentitos de invierno”, “ me encantaba cuando
venías en invierno a mi habitación para ver que no me desabrigara, con un beso
y un buenas noches me bajabas el cielo y yo dormía feliz”
Uf! Cuánto para
seguir recordando… sólo quería darte algo de los muchos tesoros que guardo en
mi alma, y que quizás vos no los conocías.
Y para ir
terminando, te recuerdo que no te siento lejos, estás conmigo siempre, porque
cada vez que me acerco al Señor en la oración, te traigo presente, y cuando
recibo a Jesús Eucaristía te doy el mejor de mis abrazos, si somos parte del
Cuerpo Místico de Cristo, es justo en ese momento cuando Él nos concede la
gracia de entrar en “COMUNIÓN” y abrazarnos a toda la humanidad de la que Él
mismo es parte.
¡Hasta pronto
mamita y muy feliz día de las Madres!
Te ama y abraza
tu hija en la distancia.
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