LA ROSA DESOHAJADA
Teresa “La Santa Teresita de las
Rosas”… Pero por qué? La niña de Buissonnets, después de carmelita, siempre ha
manifestado una atracción por las rosas, su belleza y su perfume. Desde su más
tierna edad, expreso su respeto y ofrenda rendidos al Señor por medio de las
rosas deshojadas: “¡Cuánto amaba las fiestas!...(…) Me gustaban sobre todo las
procesiones del Santísimo sacramento.
¡Qué dicha sembrar de flores el paso de Dios!...Pero en lugar de dejarlas caer,
las lanzaba lo más alto que podía, y cuando mis hojas deshojadas tocaban la
Custodia, mi felicidad llegaba al colmo… (Ms A 17).
Las rosas de Teresa, ya
carmelita, son actos de amor, son los sacrificios, la mayoría de las veces
escondidos ante los ojos de sus hermanas. Poco importa, Jesús los ve. Siempre
lúcida, teresa sabe que estos actos en sí mismos, no son nada. Pero ella los
lanza hacia el Cristo resucitado. En este contacto divino, sus actos
insignificantes adquieren “un valor Infinito”. La “lluvia de rosas” que ha
difundido en los cinco continentes la carmelita de Lisieux no se explica fuera
de este movimiento. Las rosas teresianas no encuentran su valor curativo, más
que después de haber tocado el Cuerpo de Cristo, único salvador. A pesar de
sufrir los asaltos de su conflicto de fe,
Teresa enferma no renuncia a los
gestos de su infancia. La última fotografía, la muestra muy enflaquecida,
deshojando rosas sobre su crucifijo que no abandona jamás. Unos días antes de
su muerte, le llevan una rosa, deshojandola, tomando cada pétalo, acariciando
las llagas de Cristo, rindiendo un pasaje de su cántico: “Arrojar Flores”. Como
los pétalos caían de su cama al suelo de la enfermería, Teresa dice muy
seriamente: “ Recojan con cuidado esos pétalos de rosa, hermanitas; un día les
servirán para hacer obsequios… No pierdan ni uno…” Un ejemplo entre muchos otros: en 1.910, uno de estos pétalos
cura la lengua gangrenada de Fernando Aubry, habitante de Lisiuex.
(Fuente: Revista Orar)
¡Teresita seguí derramando tu lluvia de Rosas sobre todos nosotros,
alcanzános la gracia de Ofrecer a Dios, como vos, flores de amor!
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