2.- También en nuestras vidas
puede haber “cenizas”, no tanto físicas, cuanto interiores, restos de algo que
nos ha “quemado” por dentro. La situación de crisis que estamos viviendo esta
dejando a muchas personas “reducidas a cenizas”: los parados cada vez son más,
los encarcelados no encuentran vías de rehabilitación, los extranjeros viven
marginados, los débiles no son apoyados, las familias se rompen, los proyectos
de vida se ven truncados, nuestros jóvenes no ven norte ni futuro. Además, las
cenizas crean contaminación. Vivimos en un mundo insostenible por nuestro modo
de vivir irrespetuoso con el medio ambiente. Y la contaminación hace crecer las
enfermedades y reduce la calidad de vida de las personas que habitamos este
planeta. La ceniza,
hoy, nos recuerda nuestro pecado, nuestra insolidaridad, nuestro egoísmo e individualismo. Necesitamos la conversión, necesitamos cambiar, no volver a cometer los mismos errores. Necesitamos “renacer de nuestras propias cenizas”.
hoy, nos recuerda nuestro pecado, nuestra insolidaridad, nuestro egoísmo e individualismo. Necesitamos la conversión, necesitamos cambiar, no volver a cometer los mismos errores. Necesitamos “renacer de nuestras propias cenizas”.
3.- Esa es precisamente la
llamada que Dios nos hace en este tiempo de Cuaresma. Un tiempo que se repite
todos los años como signo de purificación, de limpieza, de recuperación. Un
tiempo en el que Dios nos ofrece salidas para sacar nuestras vidas de las
“cenizas”. Sólo Él puede hacerlo, sólo si confiamos en Él, sólo si estamos
dispuestos a hacer ese esfuerzo de conversión que nos pide este tiempo, y la
misma vida que estamos viviendo.
4.- La Palabra de Dios, que
siempre es guía para nuestro caminar creyente, nos dice que la conversión es
algo que nace del corazón, que no sirve hacer gestos y cosas exteriores si no
tienen eco en nuestro interior. “Rasgad los corazones, no las vestiduras”, dice
el profeta Joel en la primera lectura. Por mucho que hagamos en este tiempo de
Cuaresma, si no nos cambia interiormente, sino limpia las “cenizas” interiores
de nuestra vida, no sirve de nada.
5.- El Evangelio nos habla de
ayuno, de oración y de limosna. Eran las tres obras de piedad por excelencia
para el pueblo judío, y al cumplirlas se aseguraban el estar bien con Dios.
Pero Jesús viene a decir que, además de cuidar la relación con Dios, hay que
preocuparse también de las necesidades de los hermanos. La solidaridad es la
mejor manera para superar esta crisis, y en esto los cristianos tenemos que dar
nuestro mejor ejemplo, como lo están haciendo las Caritas de tantas parroquias,
como lo hace nuestra Iglesia, cerca de los pobres, al estilo de Jesús.
6.- No echemos en “saco roto”
nada de esto, nos dice San Pablo. Tenemos una gran oportunidad para cambiar
nuestros corazones y apostar por la solidaridad. La ceniza de este día se verá
limpiada con el agua bautismal en la Vigilia Pascual. Comenzamos un camino de
conversión, aprovechémoslo. El Señor nos invita a “renacer de nuestras
cenizas”. Acojamos su invitación.
(Fuente: betania.es)
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