El Papa Pablo VI, el
día 21 de noviembre de 1964, al clausurar la tercera etapa del Concilio
Vaticano II, secundando los deseos que le habían presentado muchos de los
Padres conciliares, dio a María el
título honorífico de Madre de la Iglesia. De esta forma se subreyó la doctrina
conciliar del capítulo VIII de la constitución Lumen Getium que acababa de ser
promulgada y que reflexiona sobre las estrechas relaciones que median entre
María y la Iglesia (LH III).
El Padre Palau
adelatádose al Concilio ya ve e maría la prefigura de la Iglesia….
María es la única
mujer que puede representar dignamente a La Iglesia y La Iglesia se puede mirar
en Ella
como en un espejo que Le devuelve su propia imagen:
como en un espejo que Le devuelve su propia imagen:
“Una mujer, la más perfecta que Dios ha criado, no es más que una figura, una sombra, una imagen y u bosquejo muy tosco de la Iglesia de Dios. Sólo esta purísima Virgen reúne en sí con toda plenitud y perfección aquella inexplicable belleza y amabilidad que busca nuestro corazón”.
“Siendo la Iglesia, en cuanto incluye la triunfante, un objeto en parte incomprensible al hombre viador; necesitando este formas y especies visibles para conocer su cosa amada, Dios en su sabia providencia ordenó presentarle una mujer perfecta para que en ella contemplara, un tipo acabado en cuyo cuerpo viera el de su Amada: tal es María” (MRel 882).
(Fuente: “100 fichas sobre Francisco Palau))
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