“Ámalo mucho, pero conócelo. En
la Eucaristía está y vive Jesús entre nosotros; ese Dios que lloró, gimió y se
compadeció de nuestras miserias. Ese pan tiene un Corazón divino con las
ternuras de Pastor, de Padre, de Madre, de Esposo y de Dios. Escúchalo, pues el
dijo que es “la Verdad”. Míralo, pues es la fisonomía
del Padre. Ámalo, que es
Amor dándose a su criatura”
(Santa Teresa de los
Andes, Cartas)
“Oh mi Jesús oculto en el
sagrario, mi Esposo, mi divino Amor, mi Vida, -qué felicidad siento en cada
tarde- cuando puedo escucharte, hablarte y verte. Oh Jesús, prisionero,
abandonado. Siempre que estoy Señor, cerca de Ti, me parece ya encontrarme en
el Cielo. Cuando oígo la Armonía de tu voz, Esposo y Amado mío, todo mi ser
queda sielncioso y sólo a ti te escucho, y sólo a ti te veo. Qué unión tan
íntima, Cristo mío, cuando siento latir mi corazón al contacto del tuyo. ¡Quién
pudiera pasar horas y horas en este santo lugar. Quién pudiera gastar toda su
vida viviendo junto a ti, mi dulce Amor! Ya nada de este mundo me ilusiona. Tan
sólo tú, Señor, llenas mi vida ¡Fuera de ti, Jesús, que eres mi Tesoro, nada
poseo. A tu lado me siento
muy feliz, porque tú eres mi Amor; porque tú eres mi
Vida. ¡Oh Dios, que estas oculto en el Sagrario, y que te dignaste escogerme
para amarte, sufrir y complacerte: sé mi fortaleza, sé mi Vida!
(Bta. Isabel de la
Trinidad, La adoración perpetua)
“¡Señor mío y Bien mío!
¡Me sorprende, que quieras estar así con nosotros, y con toda verdad lo podemos
creer, porque es así! Y si no fuera por nuestros descuidos, podríamos gozarnos
de tu presencia como Vos te alegras con nosotros, pues dijiste que “es tu
deleite estar con los hijos de los hombres”
(Santa Teresa de Jesús,
Vida)
“Jesús te espera para
acoger todas tus cargas, para consolarte, para ayudarte siempre como el Amigo
más fiel. Entonces, toda soledad desaparece. Él ha prometido permanecer entre
nosotros hasta el fin del mundo y ha cumplido. Aquí te espera y quiere entrar en
vos para que te introduzcas totalmente en Él. Cuánto más a menudo se realiza
esta unión, más intensa e íntima se hará. ¿Es comprensible que te prives de
este signo extraordinario del amor divino, incluso una vez menos de lo que te
sea posible?”
(Sta. Teresa Benedicta
de la Cruz, Educación Eucarística)
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