miércoles, 11 de septiembre de 2013

VIDA DEL CURA BROCHERO

Acercándonos a la beatificación de José Gabriel Brochero el "Cura gaucho" les dejamos un poco de su vida...
 Su trayectoria de intensísimos setenta y cuatro años se enmarca entre marzo de 1840 y enero de 1914. Brochero fue exclusivamente un apóstol, un ardiente evangelizador de los pobres, que hubiera mandado al diablo sus instrumentos de apostolado, sus caminos, sus ferrocarriles, sus escuelas y hasta la célebre mula en que anduvo miles de leguas por las abruptas serranías, en cuanto hubiera advertido que eso no servía a su único propósito: ganar almas para Dios.

A los 16 años entra en el seminario de Córdoba. Para las materias de filosofía y teología asiste a la universidad, donde comparte los claustros con muchachos con los cuales traba profunda amistad. Varios de ellos en el futuro tendrán una actuación pública destacada en el país como Miguel Juárez Celman y Figueroa Alcorta, presidentes de la nación, Ramón Cárcano, dos veces gobernador de Córdoba y otros. La mayoría de ellos descendía de familias de abolengo y disponía de recursos mientras que José Gabriel venía de un pueblo apartado y vivía con estrechez, pero su aplicación al estudio, su amor al orden le granje6 la estimación de profesores y condiscípulos. En este período también colabora como doctrinero en predicar los Ejercicios Espirituales de San Ignacio y por sus notables condiciones sabe meterse en el alma criolla con eficacia.


Después de una tanda de Ejercicios, recibe el 4 de noviembre de 1866 el orden del presbiterado en la capital mediterránea. Su celo apostólico se manifestó en la epidemia de cólera que asoló la ciudad desde 1867 hasta 1869 y mientras otros huían frente al terrible morbo, él se dedica al servicio de la humanidad doliente, corriendo de enfermo en enfermo, ofreciendo a los moribundos religioso consuelo. Cuando la epidemia ha cedido en 1869 Brochero es nombrado cura de San Alberto y allí quedará hasta la muerte. El curato se halla del otro lado de las Sierras Grandes; Brochero tiene que atravesar alturas de 2000 metros y más de la Pampa de Achala. Para llegar a destino es preciso hacerlo a lomo de mula pues no existen caminos. En tres días, con la guía de un baquiano, alcanza el oeste cordobés semi salvaje y casi todo apartado de la vida religiosa.

En seguida emprende la tarea de restauración y construcción de las capillas de los pueblos. En esa tareas ha pasado largos años dando el ejemplo, arrastrando postes y vigas con su mula, haciendo ladrillos. Las obras no se detienen como tampoco se detiene su atención sacerdotal. Celebra la misa a diario, escucha confesiones tanto en la Villa del Tránsito como en el lugar más remoto de la sierra donde lo soliciten, prepara la catequesis para niños y adultos; siempre se ve con su brevario a cuestas y con un rosario de gruesas cuentas. Cada año marcha varios días a Córdoba para los Ejercicios Espirituales.

Siembra mucho y los paisanos uno a uno se van rindiendo ante el ejemplo de su entrega. A lomo de mula recorre incansable los senderos montañosos y los caminos polvorientos de los llanos para asistir a los enfermos y moribundos, para predicar la palabra divina, para atraer las ovejas descarriadas a la práctica del bien y de la virtud. Su predicación clara y sencilla, acomodada siempre a la capacidad de sus oyentes penetraba profundamente y difícilmente era olvidada. Con paciencia logra reunir 300 o 400 personas y atraviesa la sierra con ellas para alojarse por nueve días de meditación y penitencia en la casa de Ejercicios y este hecho se repite dos veces por año. La práctica religiosa goza cada vez más prestigio así que organiza también tandas de mujeres.

En 1875 empieza en Villa del Tránsito la casa de Ejercicios y cuenta de entrada con la colaboración incondicional de la gente. En dos años la obra está terminada y 700 varones llenan las piezas y los patios. A esta primera tanda sigue una de mujeres de igual número y hasta la muerte de Brochero pasaron por la santa Casa más de 70.000 personas. Para llenar las exigencias de las poblaciones locales postergadas funda un gran colegio para niñas y a tal fin recorre toda la provincia, levantando suscripciones en dinero, en hacienda o cualquier otro objeto de valor. En 1880 se inaugura el colegio con las alumnas que en poco tiempo llegan a 200, entre ellas 50 internas.

Es enorme la proyección y la irradiación de estas obras del cura gaucho. Pero Brochero es esencial- mente un cura catequista que con habla llana y franqueza serrana, donde abundan las imágenes del mundo campestre, inflama a todos. Todos los días reza la misa también en los lugares más impervios (tiene el permiso para hacerlo) y desgrana sus grandes cuentas bajo el poncho. Nombrado canónigo en 1898 vive en Córdoba y es ejemplo preclaro de piedad. Pero después de tres años vuelve al curato del Tránsito y sacándose la muceta dice: "Este apero no es para mi lomo". En diciembre de 1902 de nuevo se hace cargo de la parroquia, aunque no está bien de salud. Por eso delega tareas a los de- más para terminar capillas, caminos, puentes, canales de irrigación y el deseado ferrocarril entre Soto y Villa Dolores.


En 1906 se confirma la lepra y la ceguera, aceptada con ejemplar abandono; renuncia a la parroquia y pasa en el Tránsito los últimos días rezando rosarios y comulgando, entrega el alma al Creador el 26 de enero de 1914.

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