Acercándonos a la beatificación de José Gabriel Brochero el "Cura gaucho" les dejamos un poco de su vida...
Su
trayectoria de intensísimos setenta y cuatro años se enmarca entre marzo de
1840 y enero de 1914. Brochero fue exclusivamente un apóstol, un ardiente
evangelizador de los pobres, que hubiera mandado al diablo sus instrumentos de
apostolado, sus caminos, sus ferrocarriles, sus escuelas y hasta la célebre
mula en que anduvo miles de leguas por las abruptas serranías, en cuanto
hubiera advertido que eso no servía a su único propósito: ganar almas para
Dios.
A los 16 años entra en el
seminario de Córdoba. Para las materias de filosofía y teología asiste a la
universidad, donde comparte los claustros con muchachos con los cuales traba
profunda amistad. Varios de ellos en el futuro tendrán una actuación pública
destacada en el país como Miguel Juárez Celman y Figueroa Alcorta, presidentes
de la nación, Ramón Cárcano, dos veces gobernador de Córdoba y otros. La
mayoría de ellos descendía de familias de abolengo y disponía de recursos
mientras que José Gabriel venía de un pueblo apartado y vivía con estrechez,
pero su aplicación al estudio, su amor al orden le granje6 la estimación de
profesores y condiscípulos. En este período también colabora como doctrinero en
predicar los Ejercicios Espirituales de San Ignacio y por sus notables
condiciones sabe meterse en el alma criolla con eficacia.
Después de una tanda de Ejercicios,
recibe el 4 de noviembre de 1866 el orden del presbiterado en la capital
mediterránea. Su celo apostólico se manifestó en la epidemia de cólera que
asoló la ciudad desde 1867 hasta 1869 y mientras otros huían frente al terrible
morbo, él se dedica al servicio de la humanidad doliente, corriendo de enfermo
en enfermo, ofreciendo a los moribundos religioso consuelo. Cuando la epidemia
ha cedido en 1869 Brochero es nombrado cura de San Alberto y allí quedará hasta
la muerte. El curato se halla del otro lado de las Sierras Grandes; Brochero
tiene que atravesar alturas de 2000 metros y más de la Pampa de Achala. Para
llegar a destino es preciso hacerlo a lomo de mula pues no existen caminos. En
tres días, con la guía de un baquiano, alcanza el oeste cordobés semi salvaje y
casi todo apartado de la vida religiosa.
En seguida emprende la tarea de
restauración y construcción de las capillas de los pueblos. En esa tareas ha
pasado largos años dando el ejemplo, arrastrando postes y vigas con su mula,
haciendo ladrillos. Las obras no se detienen como tampoco se detiene su
atención sacerdotal. Celebra la misa a diario, escucha confesiones tanto en la
Villa del Tránsito como en el lugar más remoto de la sierra donde lo soliciten,
prepara la catequesis para niños y adultos; siempre se ve con su brevario a
cuestas y con un rosario de gruesas cuentas. Cada año marcha varios días a
Córdoba para los Ejercicios Espirituales.
Siembra mucho y los paisanos uno
a uno se van rindiendo ante el ejemplo de su entrega. A lomo de mula recorre
incansable los senderos montañosos y los caminos polvorientos de los llanos
para asistir a los enfermos y moribundos, para predicar la palabra divina, para
atraer las ovejas descarriadas a la práctica del bien y de la virtud. Su
predicación clara y sencilla, acomodada siempre a la capacidad de sus oyentes
penetraba profundamente y difícilmente era olvidada. Con paciencia logra reunir
300 o 400 personas y atraviesa la sierra con ellas para alojarse por nueve días
de meditación y penitencia en la casa de Ejercicios y este hecho se repite dos
veces por año. La práctica religiosa goza cada vez más prestigio así que
organiza también tandas de mujeres.
En 1875 empieza en Villa del
Tránsito la casa de Ejercicios y cuenta de entrada con la colaboración
incondicional de la gente. En dos años la obra está terminada y 700 varones
llenan las piezas y los patios. A esta primera tanda sigue una de mujeres de
igual número y hasta la muerte de Brochero pasaron por la santa Casa más de
70.000 personas. Para llenar las exigencias de las poblaciones locales
postergadas funda un gran colegio para niñas y a tal fin recorre toda la
provincia, levantando suscripciones en dinero, en hacienda o cualquier otro
objeto de valor. En 1880 se inaugura el colegio con las alumnas que en poco
tiempo llegan a 200, entre ellas 50 internas.
Es enorme la proyección y la
irradiación de estas obras del cura gaucho. Pero Brochero es esencial- mente un
cura catequista que con habla llana y franqueza serrana, donde abundan las
imágenes del mundo campestre, inflama a todos. Todos los días reza la misa
también en los lugares más impervios (tiene el permiso para hacerlo) y desgrana
sus grandes cuentas bajo el poncho. Nombrado canónigo en 1898 vive en Córdoba y
es ejemplo preclaro de piedad. Pero después de tres años vuelve al curato del
Tránsito y sacándose la muceta dice: "Este apero no es para mi lomo".
En diciembre de 1902 de nuevo se hace cargo de la parroquia, aunque no está
bien de salud. Por eso delega tareas a los de- más para terminar capillas,
caminos, puentes, canales de irrigación y el deseado ferrocarril entre Soto y
Villa Dolores.
En 1906 se confirma la lepra y la
ceguera, aceptada con ejemplar abandono; renuncia a la parroquia y pasa en el
Tránsito los últimos días rezando rosarios y comulgando, entrega el alma al
Creador el 26 de enero de 1914.
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