viernes, 14 de febrero de 2014

Amor y espera

“True love waits”. Como usted conoce al menos algo de inglés, sabe que la frase quiere decir: el verdadero amor espera. ¿Por qué transcribí el original? Porque fue en los EE.UU. donde se inició un formidable movimiento juvenil –mejor, adolescente– en el seno de la iglesia Evangélica Bautista.

Chicas y muchachos de 13 a 18 años hicieron solemne promesa de permanecer vírgenes hasta el matrimonio. Los primeros fueron sólo 50, y el movimiento apareció a principios de los años ‘90 en Nashville, Tennessee, inspirado por el pastor Richard Ross.

Hoy son centenares de miles los adolescentes que realizan esta ceremonia, a contrapelo de las tendencias facilista y hedonista de nuestra sociedad. El ejemplo ya cundió en muchos países, y es imitado por otras confesiones cristianas, incluida de católica.

Es reconfortante constatar la existencia de “otra juventud”, con escaso eco en la prensa grande, pero con
una fuerza imparable de presencia y acción.

Sobre el tema, estuve leyendo una interesante nota de Miguel Novak (“El amor también espera”), publicada en “Ciudad Nueva”, una excelente revista, cuya lectura recomiendo. Se transcriben varias opiniones de jóvenes norteamericanos que realizaron su promesa. Aquí van algunas:

“Yo creo que muchos jóvenes están haciendo cambios sustanciales en su escala de valores, y no se trata sólo de una moda. Tal vez, la idea tan consumista del use y tire, era la base del comportamiento sexual de masa hasta hace unos años…

Hasta que estalló el problema del SIDA y entró el miedo. La verdad, un poco de miedo no hace daño, ayuda; pero para mí, lo importante es volver a descubrir la dignidad de la persona –en particular de mi novia– y la profundidad del amor a que estamos llamados. El sexo prematuro –lo veo por la experiencia de muchos de mis amigos– destruye precisamente lo que uno más quiere…No, yo quiero ser feliz en serio” (John, 17 años).

“Nos dan preservativos, porque los adultos piensan que somos como animalitos, incapaces de controlarse, que tenemos una líbido fuera de control que termina con abortos y embarazos no deseados, con un alto costo social” (Jim, 16).
¿Lo charlamos entre amigos?

(P. José Ceschi)

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